Grandes películas: «Casablanca»

Tengo que reconocerlo. La primera vez que vi «Casablanca» no me gustó, me aburrí como un loco, me pareció un tostón como no había visto hasta ese momento. En blanco y negro, con diálogos que me parecían raros, y casi toda la acción dentro de un bar donde la gente no paraba de fumar. En mi defensa diré que yo tenía 12 años y que en aquellos momentos mi película favorita sería seguramente «En busca del arca perdida«.
Pero con los años, creo que «Casablanca» no sólo es de lo mejor que he visto, sino que además me gusta más cada vez que la veo: sus diálogos ya no son raros, sino ocurrentes y divertidos, el aburrimiento de que casi toda la acción suceda en un bar se convierte en admiración por construir todo un universo en ese pequeño lugar y el blanco y negro confirma que estamos ante un icono del cine, una película que, a pesar de su edad (creo que precisamente por eso) se ha ganado el lugar de privilegio que hoy ocupa. Vamos con «Casablanca«.
Para los que no la hayáis visto, «Casablanca» cuenta la historia de un americano, Rick Blaine, que regenta un café que es el centro de la vida nocturna de esa ciudad de Marruecos en mitad de la Segunda Guerra Mundial. En «Rick´s» se bebe, se juega, se escucha música en vivo y también se intenta llegar a acuerdos que permitan salir de esa ciudad (bajo el mando francés pero muy sometida al poder de Hitler) para conseguir asientos en un avión que cada noche vuela a Lisboa y de ahí a la libertad en América. La vida en «Rick´s» es bohemia, se mezclan personajes de muchos lugares del mundo y es, salvo redadas o peleas ocasionales, moderadamente tranquila. Pero esa tranquilidad termina para Rick cuando en el local aparecen Victor Laszlo, un prisionero huído de los nazis, y su mujer Ilsa Lund, con la que Rick mantuvo un romance poco tiempo atrás.
Si tuviese que elegir dos puntos importantes de «Casablanca» serían sin lugar a dudas el reparto y el guión. Todos conocemos a los dos protagonistas Rick e Ilsa, Humphrey Bogart e Ingrid Bergman, respectivamente. Para ambos, «Casablanca» es la película que les consiguió la eternidad. Bogart interpreta al serio, cínico y descreído Rick, alguien a quien parece que sólo le importa él mismo. Parece invulnerable hasta que aparece Ilsa, la bellísima mujer con la que el americano tuvo un idilio unos años antes en París, y que desapareció sin dar a Rick ninguna explicación.
Y junto a ellos dos, tenemos a Paul Henreid, que interpreta al marido de Ilsa, un héroe, el patriota y valiente Victor Laszlo, y a Claude Rains, el inolvidable Capitán Renault, un oficial corrupto, mujeriego y encantador.
Además de los cuatro anteriores están personajes secundarios fantásticos, que dan una riqueza increíble a la película, por ejemplo el Mayor Strasser, el malo de la película, un nazi en busca de Laszlo; el señor Ferrari, propietario de «El loro azul», el local competencia de «Rick´s«; o Ugarte, uno de los misteriosos clientes del café que posee dos salvoconductos para salir de Casablanca.
Antes os decía que el guión era un aspecto importante de esta producción. «Casablanca» es una película de diálogos fuera de serie, de situaciones divertidas, de réplicas agudas… Sin embargo más que el guión, sería más correcto hablar de la improvisación del guión. Según se cuenta, los actores debían memorizar sus papeles conforme se iban escribiendo y justo antes de empezar a rodar cada día. Nadie sabía cómo iba a avanzar la historia, qué pasaría en la escena siguiente.
En una ocasión, y a la vista de que no sabía de quién estaba enamorada, si de Rick o de Laszlo, Ingrid Bergman preguntó al director de la película si podía precisarle un poco este punto para afinar su interpretación. Michael Curtiz, el director húngaro, le respondió: «Aún no lo sé, mientras tanto… actúe.» Tanto era así que se dice que se rodaron ¡dos finales! Normal que la pobre Ingrid tuviese ese lío en la cabeza… De todas formas, menos mal que estaba todo improvisado en el guión… adivinad qué película ganó el Óscar al mejor guión ese año…
Las frases que se escuchan a lo largo de la película me encantan por su agudeza, a pesar de que fuera de contexto puedan parecer tontas o fanfarronas. Ahora mismo me viene a la cabeza un momento en el que Rick, apuntando con una pistola al Capitán Renault, le dice «Recuerda que te estoy apuntando al corazón«, a lo que Renault, con la ceja en alto y consciente de sus mínimos escrúpulos y aún más diminuta ética, responde: «Es mi punto menos vulnerable«. ¿No es genial?
Otras frases que han pasado a la historia serían:
- Aquella en la que Rick se lamenta de que Ilsa haya aparecido en Casablanca: «De todos los locales, de todas las ciudades del mundo, tuvo que venir al mío…«
- La que con toda la desvergüenza del mundo utiliza Renault para cerrarle el local a Rick por orden del Mayor Strasser: «¡Qué escándalo! ¡Qué escándalo! He descubierto que en este local se juega!» justo antes de recoger sus ganancias.
- O las dos del final de la película: la que sirve de despedida entre Rick e Ilsa, en la que recuerdan los días que estuvieron juntos: «Siempre nos quedará París» o la que cierra la película entre Rick y Renault: «Louis, presiento que este es el comienzo de una hermosa amistad«.
Todas esas escenas son geniales, y elegir una de ellas o decir cuál es la mejor sería una pena por la cantidad que tendría que descartar. Sin embargo siempre se me pone la piel de gallina cuando llega la escena en la que se canta «La Marsellesa» en mitad del café. Unos soldados alemanes se encuentran cantando una canción patriótica en alemán cuando de repente entra en acción Victor Laszlo. Al oírla, empieza a cantar el himno francés y todo el local se le une. En ese momento, en ese pequeño bar del norte de África se libra una «guerra» entre ambos grupos, una metáfora de la guerra que desangrando al mundo. Da igual las veces que vea la película, siempre me emociona ese momento: es el patriotismo con el que cantan un himno que, ahí, representa a la libertad frente al totalitarismo nazi que oprimía Europa.
Aquí está el momento: en menos de dos minutos y con una serie de planos rápidos, podemos ver la valentía de Laszlo, la admiración que siente por él su esposa Ilsa, el apoyo de Rick a la causa, la curiosidad que todo esto le despierta a Renault y sobre todo, toda la emoción de las personas que están en el café y que sienten que con ese pequeño gesto de rebeldía defendían la libertad y se oponían al tirano alemán.
En fin, que si no habéis visto «Casablanca» debéis ponerle remedio rápidamente. Os estáis perdiendo una maravilla. Sí, es en blanco y negro y tiene más de 70 años, pero tiene los diálogos más ocurrentes, es divertida y te pondrá los pelos de punta. Y si ya la habéis visto, os encantará volver a visitarla. La melancolía que destila Rick, la belleza de Ilsa, el patriotismo de Laszlo, y el encanto de Renault son razones suficientes para hacerlo ¿no os parece?
«Casablanca» (Michael Curtiz, 1942)
Si os he convencido y estáis pensando en haceros con este pequeño tesoro, aquí os dejo los enlaces de la película en distintos formatos y ediciones:
MIGUEL!!! que preciosidad de una entrada, LA película para elegir. Me encanta esa obra tanto. Hace un año yo estaba tomando una clase sobre películas y esa también formaba parte. Es increíble que se puede interpretar y analizar sobre la historia, la lengua visual, las conexiones con la eventos de esa época… simplemente una belleza. Yo la he visto muchas y muchas veces y cada vez encuentro algo nuevo y un detalle me sorprende. En Alemania, la frase mas importante y conocida de la película es: «Te estaré mirando, pequeña» Toda la gente en Alemania la usa («Ich seh dir in die Augen, Kleines») y muchos estoy segura ni saben que viene de esa película 🙂
¡Hola Elena! Había tantas frases para incluir en el post, que alguna tuve que descartar, que si no me dicen que me salen las entradas muy largas 😉 Además, para eso están los comentarios, para aportar lo que a cada uno le llama más la atención
Siempre cuando están tomando algo, Rick lo dice a Elsa, al menos 4 o 5 en la película 🙂
¡Qué entrada tan emocionante! ¡Me ha encantado! Me han entrado ganas de estar en el Rick´s 😀 He visto la película pero gracias a este post me he dado cuenta de un montón de cosas que me habían pasado desapercibidas. El hecho de que toda la película transcurra en un bar en el norte de África me parece apasionante, precisamente por lo que has dicho: se crea un cosmos especial, con personajes tan dispares.
Me quedo con la frase: “De todos los locales, de todas las ciudades del mundo, tuvo que venir al mío…“
Enhorabuena!
Con papeles importantes y los no tanto, todos los personajes de la película son como «de casa». En ese sentido me recuerda un poco a «Lo que el viento se llevó», que consigue que les cojamos cariño enseguida. Y sí, gracias a eso, y a que la acción se desarrolla en un sitio muy concreto, la sensación de «universo en sí mismo» es potente.
Gran entrada, Miguel.
Coincido contigo en todo lo que dices, incluso en que cuando la vi por primera vez no me pareció nada del otro mundo, aunque yo ya tenía veintialguno. En mi defensa diré que mi pelicula fetiche era tiburón! Pero si, cada vez que la vuelvo a ver me gusta más y descubro nuevos matices.
Aunque prácticamente cada diálogo de Casablanca se podría enmarcar, hay uno que además de parecerme genial, nos muestra al Rick inicial chulo, mujeriego y cínico, aunque pronto descubrimos cual es la herida que le provoca tanto dolor y resentimiento. Es el siguiente:
– Yvonne: «¿Dónde estuviste anoche?»
– Rick: «¿Anoche? No tengo la menor idea. Hace demasiado tiempo»
– Yvonne: «Y, ¿qué harás esta noche?»
– Rick: «No hago planes con tanta antelación.»
Enhorabuena por el blog.
¡Emilio! Por fin me digno a a responder tu comentario… Menudas semanas…
Me alegro mucho de que coincidamos no solo en la admiración por «Casablanca», sino también en que al principio no nos dijera nada. Y también compartimos otra cosa más: la fascinación por «Tiburón». Simplemente, me encanta. Ya me están entrando ganas de verla… Mmm… igual ya está arreglado el plan del domingo 🙂
Gracias por tu comentario, la conversación que has escrito y tu enhorabuena 😀
¡Un abrazo!