Reseña: «Spectre»

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Y otro año más nos llega una nueva aventura del incombustible agente 007. Sinceramente no soy un fan de este tipo de películas, pero creo que he visto todas las cintas de la saga y no quería perderme ésta de «Spectre«, en la que James Bond se enfrenta, una vez más, a una organización criminal con aspiraciones de dominar el mundo.

En esta ocasión, mis expectativas eran bajísimas, así que el riesgo de decepción era prácticamente nulo: esas son las mejores condiciones para entrar en una sala, porque lo peor que puede ocurrir es que la película no te guste, sin peligro de que eso te genere un disgusto. Y eso es exactamente lo que ocurrió, aunque con una excepción. Vamos allá…

La última de 007 cumple con todos los tópicos de las anteriores: localizaciones exóticas que se van sucediendo entre escena y escena, persecuciones, explosiones, mujeres impresionantes que caen rendidas ante el encanto del señor Bond… Todo lo mismo, siempre lo mismo y sorpresa inexistente, con lo que el aburrimiento no tardó en aparecer. Ésta sería mi reseña, creo que la más breve que se ha publicado en el blog hasta ahora, todo un récord.

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Sin embargo, antes de que el bostezo hiciese acto de presencia, asistimos en la película a otro de los clásicos en una cinta del agente con licencia para matar: la secuencia inicial, previa a los títulos de crédito. Esa primera escena suele ser como el ataque del séptimo de caballería en una película del oeste: se pone toda la carne en el asador, no se escatima en medios y los espectadores, en cuanto terminan esos cinco minutos de acción sin pausa, se miran entre sí con la boca abierta.

Spectre - inicio - descartesnofuealcine.es

Y eso es lo que ocurrió al comienzo de «Spectre«, pero ¿qué es lo que hace de este inicio algo especial? Su plano secuencia de cuatro minutos de duración. Nada más empezar vemos la cabalgata del Día de los Muertos en México D.F., las calles están abarrotadas de gente, la toma es aérea, general, hasta que la cámara se fija en una de las personas que camina entre la multitud vestida de blanco y a otra más que observa a esa primera. Sin cortes de montaje (teóricamente, claro), la cámara acompaña a esta última persona hasta un hotel, se mete con él en el ascensor, en la habitación y, desde ahí, le sigue también cuando sale por la ventana y camina por la cornisa hasta situarse junto a un muro y apunta con su fusil a ese primer personaje que vestía de blanco y que está en una habitación del edificio de enfrente. Todo eso en una única toma.

La sincronización de todo el equipo que hace la película y lo milimetrado de todos los movimientos de los centenares de personas que aparecen en el plano convierten estos cuatro minutos en algo realmente difícil de rodar, una auténtica filigrana. ¿Cuántas veces se habría tenido que repetir la toma? De verdad que cuando vi que pasaban los segundos sin que hubiese un corte de plano, se me iba poniendo la piel de gallina.

Y este plano secuencia no es en absoluto de lo mejor que hemos visto en el cine. Ahora mismo me estoy acordando de tres, aunque hay muchos más. El que siempre se ha calificado como el plano secuencia más famoso de la historia es el que rodó Orson Welles en «Sed de mal» («Touch of evil«, 1958), con Charlton Heston y Janet Leigh. En esa escena vemos cómo alguien introduce una bomba en el maletero de un coche justo un momento antes de que una pareja se monte en él y vaya conduciendo por una ciudad, con la fantástica música de Henry Mancini de fondo.

Otro ejemplo impresionante de plano secuencia es obra de Alfred Hitchcock en la película «La soga» («Rope«, 1948). Y sí, digo «la película», porque todo el metraje es un único plano secuencia. Naturalmente hay algunos «trucos» que permiten dividir la toma en varias más breves, ya que en ese momento las bobinas de película sólo podían durar en torno a 10 minutos. Por eso vemos a veces a lo largo de la película cómo la cámara se va acercando hasta uno de los actores de espaldas con una americana oscura hasta que todo el plano es completamente negro. Es en ese momento cuando se cortaba la acción y se empezaba de nuevo en esa misma posición continuando con la trama. Simple pero efectivo.

Y el último ejemplo de plano secuencia que siempre me ha gustado es el inicio de la película «Ojos de serpiente» («Snake Eyes«, 1998), de Brian de Palma. En esta ocasión lo que vemos es una toma de 13 minutos de duración (también con algún «apaño») en la que asistimos a un asesinato en mitad de un combate de boxeo en un pabellón repleto de público y sin ver ni un segundo la pelea que tiene lugar en el ring. Impresionante y complicadísima escena.

En fin, que aunque «Spectre» me resultara todo un aburrimiento, por lo menos me divirtió su arranque y me gustaron esos cuatro minutos de plano secuencia: siempre hay que agradecer el esfuerzo que se toma todo un equipo para sorprender a los espectadores, sobre todo con tomas tan complicadas como las que hemos visto aquí.


«Spectre«, Sam Mendes, 2015


 

3 Respuestas

  1. lsw dice:

    Bueno, a mi me encantó! Yo amo a James Bond y todas las películas desde hace siempre. Y esta no fue una excepción, tenia todo lo que se necesita. Pero si tengo que admitir que pareció hecho para exclusivamente fans de Bond porque todos los detaillitos metidos ahi fueron recuerdos y citas de otras obras todo el tiempo.
    Del trama no creo que es la mejor que hemos visto, pero me encantó como se vio, se sintió y no me aburrí ni un minuto 🙂 y estoy de acuerdo, el inicio fue espectacular!