Grandes películas: «El desafío de las águilas»

Sin ninguna duda, «El desafío de las águilas» es una de las películas de acción que más me han gustado en toda mi vida. Y además de contar con Clint Eastwood o Richard Burton, seguro que tiene un récord absoluto…
Ese récord no sé si alguien lo ha medido, ni si existe esa clasificación pero, de existir, «El desafío de las águilas» ganaría a la película que plantea su argumento de la manera más eficiente: ¡a los cinco minutos de empezar ya sabemos la trama y ya conocemos a los protagonistas!
Dentro del género bélico, esta película pertenece a esa sub-categoría del cine de «comandos«, aquella que plantea alguna misión que un grupo de hombres debe completar en el marco de una guerra y que como atractivo común cuenta con repartos simplemente espectaculares. En ese grupo de películas tenemos joyas como «Doce del patíbulo«, «Los cañones de Navarone» o «Los violentos de Kelly«. Pero de todas ellas, la que más me gusta es de la que os hablaré hoy.
En esta ocasión, en el invierno de 1944 un equipo de soldados británicos, liderado por el mayor John Smith y el teniente norteamericano Schaffer, es reclutado para internarse en territorio alemán para rescatar al general Carnaby, un alto mando del ejército de los Estados Unidos que ha sido apresado por los nazis tras estrellarse el avión en el que viajaba.
«Todos hablan alemán correctamente, están entrenados en diferentes tipos de combate. Si hay hombres capaces de rescatarlo, son ustedes.»
Ese rescate tendrá lugar en el «Schloss Adler«, en alemán «el castillo de las águilas», una fortaleza inexpugnable en mitad de los Alpes a la que sólo puede accederse a través de un teleférico. Además el salvamento deberá llevarse a cabo rápidamente, antes de que ese general sea torturado y desvele los secretos del futuro desembarco de Normandía.
Este planteamiento simple y eficaz también acumula a lo largo de la acción giros argumentales con traiciones, sorpresas con nuevos personajes y con los que ya conocíamos y que no resultan ser lo que pensábamos. Todo lo anterior consigue un objetivo fundamental: que no nos levantemos del sofá en sus dos horas y media de metraje.
Además de los fantásticos Richard Burton y Clint Eastwood como el mayor Smith y el teniente Schaffer, en «El desafío de las águilas» tenemos a un trío de nazis de lo mejorcito: el coronel Kramer (Anton Diffring), el general Rosemeyer (Ferdy Mayne) y el mayor de la Gestapo von Hapen (Derren Nesbitt).
Una de las cosas que me gustan de esta película es la forma en que se presentan a estos personajes alemanes. Así como al mayor de la Gestapo se nos muestra inmediatamente como «el auténtico malo de la película», con sus formas sibilinas, un auténtico lobo con piel de cordero, los otros dos oficiales son retratados como educados, respetuosos con los prisioneros británicos y completamente contrarios a las torturas que la Gestapo acostumbraba a infligirles. Supongo que era la manera que en ese momento tenía el llamado «mundo libre» de representar a su antiguo enemigo alemán: un pueblo al que en absoluto había que identificar con la locura y crueldad del régimen nacionalsocialista de Hitler.
No sé en otros países, pero creo que en España las películas que transcurren en la Segunda Guerra Mundial simplemente nos fascinan. En ésta toda aquella parafernalia del régimen nazi está presente desde las mismas letras de los títulos iniciales, con la tipografía gótica, pasando por la indumentaria de cuero y el brazalete con la esvástica del mayor de la Gestapo, los uniformes de los generales, sus gorras de plato…
Pero lo mejor que tiene «El desafío de las águilas» es, sin duda alguna, sus escenas de acción. Los saltos en paracaídas, las persecuciones en sidecar por aquellas carreteras nevadas, las escaladas por los muros del castillo, las explosiones en sus sótanos y túneles y, sobre todo, las peleas a bordo de los teleféricos, todas ellas convierten a esta película ya no en un clásico, sino en un auténtico mito del cine.
Me imagino que a muchos de vosotros os pasará algo parecido, pero en mi caso desde pequeño siempre hubo en mi casa películas «comodín» a las que recurríamos a lo largo del año. Entre ellas estaban «Sonrisas y lágrimas«, «Que bello es vivir«, «Ben-Hur» y ésta de «El desafío de las águilas«. Pero para costumbre cinematográfica curiosa, la de unos amigos míos. Para ellos «El desafío de las águilas» es la película que se ve en su casa la víspera de la boda de alguno de los hermanos de la familia. Cuando me enteré hace unas semanas, me encantó esta tradición. Pero cualquier día tendré que preguntarles por qué esa elección y no otra más romántica e igualmente clásica del estilo de «Desayuno con diamantes» o «Vacaciones en Roma«…
«El desafío de las águilas» («Where Eagles Dare«, Brian G. Hutton, 1968)
¡Qué acierto, Descartes! La mejor película bélica junto con La Gran Evasión.
Cualquier día aparecerá «La gran evasión» por el blog…
¡Gracias, Alberto»