Grandes frases: «No es país para viejos»

Una de las mejores cosas que tiene el cine de los hermanos Coen es sus guiones: ingenio, humor negro, ironía y trascendencia condensados de manera magistral. Y esto es lo que encontramos en «No es país para viejos«, una auténtica joya.
Con una mezcla de western y thriller, los Coen consiguieron en»No es país para viejos» ese equilibrio que encandiló a la crítica y al público en 2007. Obtuvo ocho nominaciones a los Óscars de ese año y se hizo con cuatro de ellos: mejor película, mejor dirección, mejor guión adaptado y mejor actor de reparto para Javier Bardem.
Para los que no la hayáis visto, os resumo el argumento para que os pique la curiosidad y sin perder más tiempo la reservéis para el fin de semana. Mientras estaba cazando en el desierto de Texas, Llewelyn Moss (Josh Brolin) encuentra por casualidad los restos de una trifulca entre traficantes de drogas, con los cadáveres de todos ellos repartidos por la zona.
En medio de ese desastre ve también un maletín que contiene dos millones de dólares y no duda en llevárselo. Ahí comienza una persecución entre él y Anton Chigurh (Javier Bardem), un psicópata que acaba con todo aquel que se le pone por delante. Siguiendo la pista de todos los crímenes que se van sucediendo, el sheriff Ed Tom Bell (Tommy Lee Jones) intenta alcanzar a asesino y presa y evitar así más muertes.
La interpretación de Javier Bardem convirtió a Anton Chigurh en todo un icono, uno de los mejores psicópatas que hemos visto en el cine, con esa calma y esa falta de pasión en el momento de asesinar, que ponía los pelos de punta.
Y sin quitar méritos a Bardem, tengo que decir que mi personaje favorito de la película es sin ninguna duda el sheriff Ed Tom, gracias al increíble trabajo de Tommy Lee Jones. En esta «No es país para viejos» nos ponemos en el lugar de un policía a punto de jubilarse, que vive en un mundo que le ha superado, que no entiende y del que ya no espera nada. Jones simplemente borda el personaje.
La película me pareció redonda, con un ritmo pausado y unos encuadres y una fotografía de manual de cine. Ese ritmo del que os hablo junto con la ausencia total de banda sonora, puede exasperar a quien espere una película de acción palomitera. «No es país para viejos» tiene momentos lentos, pero no aburridos. En ellos nos recreamos con planos y movimientos de cámara chulísimos y una iluminación estupenda. Todo lo anterior, aderezado con el humor negro y la violencia típicos del cine de los hermanos Coen, hace de esta historia algo íntimo, una experiencia inolvidable.
Y aquí os dejo las que me parecen las mejores frases de «No es país para viejos«. ¿Conocéis alguna otra que merecería estar aquí?
– Si no vuelvo, dile a mi madre que la quiero.
– Tu madre está muerta, Llewelyn.
– Entonces se lo diré yo.
– ¿De que calibre era?
– No había bala.
– ¿No había bala?
– No señor, no había.
– Mira Wendell, con todos mis respetos, eso no tiene ningún sentido.
– No señor.
– Dijiste que tenía un orificio en la frente y no había uno de salida…
– Sí señor.
– ¿Insinúas que le disparó en la frente y que le saco la bala con una navaja?
– Señor, no quiero ni imaginármelo.
– Yo tampoco.
– Tranquilo, no soy el hombre que te está buscando.
– Ya lo sé, le he visto.
– ¿Le viste? ¿Y no estás muerto?
– ¿Y quién es ese tipo? ¿Un psicópata?
– Bueno, yo no lo describiría así…
– ¿Y como le describirías?
– Pues…, yo diría… que no tiene sentido del humor.
– ¿Conoces a Charlie Walser, el del rancho al este de Sanderson? Bueno, ¿sabes cómo sacrificaba a sus redes? Les atizaba con un mazo, las ataba y las degollaba. Charlie tenía una res atada dispuesta para ser desangrada, pero se despertó y se lió a coces. Un bicho de casi 300 kilos muy cabreado, con perdón por la… en fin. Charlie agarró una escopeta, le pegó un tiro en la cabeza, pero como se revolvía y el bicho no paraba de patalear, la bala rebotó y le dio a Charlie en el hombro y todavía no puede quitarse el sombrero con la mano derecha. A lo que iba es que incluso cuando te enfrentas a una res, la cosa no está clara.
– ¿Sabes cómo va a acabar esto verdad?
– No.
– Yo creo que sí.
(Hablando sobre unos traficantes)
– Parece que murieron por causas naturales.
– ¿Está seguro?
– Naturales dada su ocupación, hijo.
– La semana pasada descubrieron a una pareja en California. Alquilaban habitaciones a ancianos, les mataban, luego les enterraban y cada mes cobraban sus pensiones. Pero antes les torturaban, no sé porqué. Tendrían el televisor averiado… Y todo eso ocurrió textualmente hasta que… los vecinos se alarmaron cuando un hombre desnudo salió corriendo de la casa con un collar de perro. Cuesta imaginar una cosa así. A ver si tú eres capaz. Pero sólo hizo falta eso para llamar la atención. ¡Que cavaran fosas en el jardín no sorprendió a nadie!
– Reúnete conmigo en El Paso.
– ¿Y qué hago con mi madre?
– Estará perfectamente.
– ¿Perfectamente? ¿Cómo que perfectamente? ¡Tengo cáncer!
– ¿Va a matarme?
– Eso depende. ¿Puedes verme?
– Todo por el condenado dinero, Ed Tom, el dinero y las drogas. La verdad, no hay quien comprenda nada… ¿Qué sentido tiene? ¿A qué conduce? Si me hubieras dicho hace veinte años que vería chicos pasear por las calles de Texas con el pelo verde y anillos en la nariz, te aseguro que no te habría creído…
– Vivir para ver… Creo que si se pierden las buenas formas, se pierde todo.
– Es una corriente, una corriente de pesimismo…
– ¿El hombre que te disparó murió en prisión?
– En Luisiana, sí.
– ¿Qué habrías hecho si le hubieran soltado?
– No lo sé… Nada, no habría tenido sentido.
– Me sorprende que digas eso.
– Mira, si te empeñas en recuperar lo que te arrebataron, acabas perdiendo otras cosas. Lo que hay que hacer es intentar taponar la herida.«No es país para viejos» («No Country for Old Men«, Ethan y Joel Coen, 2007)