Festival de San Sebastián 2017: «Handia»

Hagamos balance de lo que llevábamos de Festival ese primer día: primera película, «El autor», divertida, sorprendente y con un reparto impresionante; segunda película, «La douleur», el sopor total con su ritmo lento y la narración en primera persona. Llegaba el momento del desempate: ¿qué nos depararía «Handia»? Os lo adelanto: fascinación total…

Al igual que en las anteriores películas, poco sabíamos Adonai (autor del blog «Salvando al Soldado Ryan») y yo sobre esta «Handia»: era obra de los directores de «Loreak», que logró un éxito tremendo y se llevó dos nominaciones a los premios Goya de 2015, que transcurría en el País Vasco y que estaba rodada en euskera. Nada más. Y creo que este desconocimiento previo es lo que hace que la experiencia delante de una película sea completa: no hay prejuicios, no hay expectativas, estamos ante la pantalla dispuestos a dejarnos sorprender. Esto es justamente lo que ocurrió con «Handia».

Lo que vemos al comenzar es que la acción está ambientada en la primera mitad del siglo XIX. Primera sorpresa: ¡una película de época! Y además, de una época de la que yo en particular no sabía demasiado: la primera guerra carlista, la que enfrentó a la muerte del rey Fernando VII a aquellos que querían que reinase su hija Isabel II y los fieles al hermano del rey fallecido, Carlos María Isidro.

Handia, una película de época.

Ya en ese arranque lo que nos llamó muchísimo la atención fue el mimo que se dedicó a la ambientación: ya no sólo vestuario, maquillaje y decorados (tanto en interiores como los muchísimos parajes naturales), sino también los efectos en las escenas bélicas, perfectamente a la altura de películas de acción americanas.

Pero si lo anterior ya sorprendía y captaba nuestra atención, el argumento y su estructura mediante capítulos, conseguía atarnos a la butaca. En el libro que el Festival de San Sebastián nos dio en el momento de recoger la acreditación, el resumen del argumento de «Handia» indicaba lo siguiente:

Al descubrir que Joaquín se ha convertido en el hombre más alto del mundo, Martín decide emprender junto a su hermano un largo viaje por Europa en el que la ambición, el dinero y la fama cambiarán para siempre el destino de su familia. Una historia inspirada en hechos reales dirigida por Aitor Arregi y Jon Garaño, los creadores de Loreak.

Handia, un hecho histórico.

Sí, «Handia» (que en euskera significa «grande»), trata sobre un gigante, un muchacho de Altzo -un pequeño pueblo de Guipúzcoa- que a los 20 años comenzó a crecer y a crecer de tal manera que llegó a ser uno de los hombres más altos de ese momento, llegando a medir hasta los 2,27 metros (en este enlace podéis ver lo que recoge la Wikipedia de este personaje histórico conocido como «El gigante de Alzo»).

Como veis, la película se empeña en sorprendernos: ambientación y argumento destacan por su originalidad. Y sin embargo, lo mejor de «Handia» no se queda ahí. Lo que convierte a «Handia» en algo digno de elogio es que la historia que cuenta, lejos de centrarse en la anécdota de un gigante en las cortes europeas, retrata maravillosamente la relación entre Joaquín, este joven altísimo, con todos sus problemas, con todas sus ilusiones, con todos sus complejos e incomprensiones, y su hermano Martín.

Handia en el Festival de San Sebastián 2017

La película nos muestra distintas fases de la relación entre Joaquín y Martín: amistad infantil, distancia y rechazo, tristeza y decepción, comprensión y defensa del débil, todo un compendio del amor fraterno que deja a un lado lo accesorio, para llegar al corazón. En la cuenta de Twitter de @cineinvisib leí que esta historia era «un magnífico road movie físico circular y un inteligente manual de intrucciones sobre cómo vivir desde la diferencia» y me encantó esa afirmación. Todavía me gustó más el tuit que leí de @florueta que decía: «Si Tim Burton hubiera nacido vasco en vez de ‘Eduardo Manostijeras’ hubiera rodado #Handia». Amén.

No sé qué os parecerán estas impresiones, pero para mí lo que demuestran es que no estamos ante una película común. Yo la viví como un viaje fascinante, un cuento honesto que me llevaba de un lugar a otro y de una emoción a otra. Toda una experiencia.

Handia: Eneko Sagardoy y Joseba Usabiaga.

Y, además del precioso trabajo de fotografía, de lo cautivador del argumento y del tremendo trabajo de los directores por sacar adelante un proyecto tan lejano a lo que es habitual hoy en día, creo que son Eneko Sagardoy y Joseba Usabiaga los que consiguen transmitirnos todas esas emociones que sienten los dos hermanos. El trabajo de ambos me conmovió. A mí y a los que llenábamos aquel sábado por la tarde la sala del Teatro Principal de San Sebastián donde estuvimos aplaudiendo a rabiar cuando terminó la proyección. Esa acogida y esa ovación anticipaban lo que sabríamos días después: «Handia» se haría con el premio especial del Jurado en esta 65ª edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Merecido de verdad.

El 20 de octubre se estrenará «Handia» en los cines y si tenéis la oportunidad, os recomiendo que vayáis a verla. Así sabréis por qué se convirtió en la mejor experiencia que viví esos días en el Festival, una película grande como su título. No creo que hayáis visto muchas como ésta, eso seguro.


«Handia» (Aitor Arregi y Jon Garaño, 2017)
#65SSIFF