Reseña: «Blade Runner 2049»

Por fin llegó «Blade Runner 2049«, uno de los estrenos del año. Apenas lleva un par de días en cartel y la crítica ya la ha alzado a la categoría de película de culto, con la etiqueta de «digna secuela a la altura del original». Quizá no fue el día, o quizá me está pasando lo mismo que cuando vi por primera vez la película de 1982, pero mi opinión sobre «Blade Runner 2049» es más comedida. Ahora os cuento…
Si en su día leísteis el post que publiqué sobre una escena concreta de «Blade Runner» recordaréis que la primera vez que la vi me pareció -y cito- «un aburrimiento increíble». Con los años, y con otra visión de las cosas, descubrí en la película momentos impresionantes. Así que es probable que en esta ocasión me haya pasado lo mismo y no será hasta dentro de un tiempo que entienda/abarque/disfrute todo lo que esta secuela encierra.
Hasta entonces, y partiendo de la base de que se trata de una magnífica continuación, os diré qué es lo que más me ha gustado de esta «Blade Runner 2049». Por encima de cualquier otro aspecto, visualmente la película es una auténtica maravilla, probablemente la obra cumbre de su director de fotografía, Roger Deakins. Este inglés fue el responsable de genialidades como «Cadena Perpetua» o «Skyfall» y es el colaborador habitual de los hermanos Coen, habiéndose encargado de iluminar cintas como «Fargo», «O Brother» o «No es país para viejos», vamos, uno de los grandes del sector.
En la película de hoy vemos cómo toma el testigo de lo que vimos en la original y da un paso más: Deakins literalmente juega con la luz. Vemos escenas en las que las luces, las sombras y el color son los principales protagonistas, algo realmente magistral. En este punto os puedo decir que estéticamente «Blade Runner 2049» no tiene nada que envidiar a la versión de 1982 e incluso supera la maravilla que creó Ridley Scott en aquel entonces.
Con respecto al reparto, el trabajo de Ryan Gosling resulta convincente. De hecho, parece que el papel del agente «K» se ajusta a su personalidad a la perfección en la medida en que siempre se le ha achacado su falta de expresividad y su gesto siempre neutro. En «Blade Runner 2049» se pone en la piel (esta expresión creo que es la exacta para esta ocasión) de un robot policía encargado de localizar y eliminar replicantes que años atrás se rebelaron contra los humanos, y esa supuesta falta de expresión facial es exactamente lo que el personaje necesita.
La presencia de Harrison Ford y Robin Wright es también excelente: el primero como elemento imprescindible en la historia, tanto por su peso y necesidad en cuanto al argumento, como por la justicia en implicarlo en la secuela de la cinta que protagonizó hace 35 años; la segunda en un papel sensacional que borda con sobriedad. Ambos, magníficos.
La sorpresa en cuanto al reparto fue triple en esta ocasión. Por un lado y de manera muy grata, por la espectacular interpretación que hace la cubana Ana de Armas: estoy seguro de que su participación en «Blade Runner 2049» como el holograma Joi será recordada durante mucho tiempo. En segundo lugar, la mala de la película, la replicante Luv, interpretada por la holandesa Sylvia Hoeks: su frialdad en algunas secuencias pone los pelos de punta. La última sorpresa que me llevé ya no fue tan buena: la participación de Jared Leto como el magnate Niander Wallace se queda un poco descafeinada, más que todo porque su papel es brevísimo y supongo que esperaba un personaje con algo más de peso.
Con respecto al apartado musical, y en contra de lo que he estado leyendo por la web, creo que el trabajo de Hans Zimmer sí está a la altura de lo que desarrolló Vangelis en la película original. Aun siguiendo el patrón compuesto por el griego, Zimmer encuentra su propio espacio en esta «Blade Runner 2049», continuando con el estilo al que nos tiene acostumbrados en partituras como «Interstellar» o «Dunkerque».
Como veis, hasta ahora no he escrito más que puntos positivos, ¿verdad? ¿Por qué entonces he empezado diciendo que mi opinión sería más moderada que la alabanza generalizada que está recibiendo «Blade Runner 2049» desde gran parte de la crítica? En mi opinión, y aun habiendo hecho un trabajo sensacional, el director Denis Villeneuve ha tomado un aspecto de la cinta original -su ritmo pausado- y, supongo que queriendo emularlo, lo ha alargado hasta el extremo provocando una lentitud que lleva hasta la exageración.
En los 117 minutos de la película de 1982 se desarrolló una historia perfecta, con tramas totalmente trazadas y además con una cadencia que permitía la reflexión sobre temas tan trascendentes como la propia conciencia, la necesidad de amar o la muerte. En esta secuela el metraje se alarga hasta los 162 minutos, a base de algunas escenas con una duración desmesurada que perjudican el ritmo global de la película.
Las dudas existenciales, los anhelos y frustraciones de los replicantes siguen presentes en «Blade Runner 2049», las interpretaciones son sensacionales y el argumento está bien ligado a la historia original, con lo que el resultado es verdaderamente fascinante. Lástima que globalmente la película arrastre un ritmo tan lento que supone cierto lastre al conjunto. En todo caso, sólo por la riqueza visual y su majestuosa fotografía la película merece cada céntimo que cuesta la entrada.
«Blade Runner 2049» (Denis Villeneuve, 2017)