Reseña: «La llamada»

¿A que suena increíble? Una película española, que además es musical, y en el que el argumento gira entorno a la vocación religiosa de una adolescente se ha convertido en un auténtico éxito. Sí, señor: monjas bailando, Dios con lentejuelas como si fuera Tom Jones y, por si fuera poco, todo lo anterior aderezado con electro-latino. Pero no nos quedemos en la superficie: bajo todo lo anterior, «La llamada» es todo un canto al optimismo, a la auto-afirmación frente a las convenciones sociales y a la libertad, hecha con alegría, buen rollo y respeto.
He de reconocerlo: no iba yo muy convencido a ver «La llamada», pero como cualquier excusa es buena para ir al cine, entré a la sala sin saber absolutamente nada de lo que iba a ver. Enseguida nos ubicamos en la acción: un campamento de verano de chicas adolescentes llevado por un grupo de monjas. Entre las chicas destacan María y Susana, de 17 años, que de vez en cuando se escapan por la noche esquivando a las hermanas, para ir a bailar a una discoteca de la comarca. Sin embargo, todo cambia cuando una noche a María se le aparece Dios cantándole un tema de Whitney Houston.
– Pero entonces, ¿a ti se te aparece Dios?
– Sí, tía.
Este es el punto de partida de esta comedia dirigida por Javier Ambrossi y Javier Calvo («los Javis«), que han sido los responsables de adaptar su propia obra teatral a la gran pantalla. En los escenarios «La llamada» fue un completo éxito y, gracias principalmente al reparto con el que cuenta ahora la película, también está arrasando en los cines, igual que lo hizo en su presentación en la Sección Oficial del Festival de San Sebastián de 2018.
Porque son las cuatro actrices principales las que soportan el peso de toda la película. Tanto Macarena García (a la que descubrimos como protagonista de la fantástica «Blancanieves» de Pablo Berger) en la piel de María, como sobre todo Anna Castillo en el papel de Susana se muestran ante el espectador como si no estuviesen delante de las cámaras: su espontaneidad y desparpajo las convierten realmente en esas dos chicas que pasan de pensar sólo en el reggaeton para plantearse cuestiones hasta entonces desconocidas para ellas.
En el lado de las religiosas tenemos a Belén Cuesta, como la hermana Milagros, de apenas 30 años es la bondad personificada, siempre atenta a lo que puedan necesitar sus pupilas, y a Gracia Olayo, como la madre Bernarda, coordinadora del campamento y de apariencia severa y de gustos anticuados. Ambas acompañarán -cada una a su manera y con la mejor intención- a María en esta experiencia que está viviendo.
Como decía al principio, la frescura y la alegría que transmite «La llamada» con los temas musicales incluidos durante la trama, son la carcasa que cubre cuestiones realmente esenciales en nuestros días. Que una adolescente se plantee una vocación religiosa conlleva un torrente de juicios y chismes en su círculo familiar y de amistades. Valorar y afrontar con valentía esa opción de manera libre y meditada supone todo un aliciente y una motivación en una sociedad como la nuestra.
Algo que me gustó de «La llamada», además de los diálogos rapidísimos, ingeniosos y divertidos, fue que el tono que emplea para tratar el aspecto religioso no cae en la irreverencia o en la falta de respeto, pero tampoco hace una apología para que todos nos hagamos frailes: la consideración que se tiene a este tema, sin caer en la crítica de brocha gorda o en la defensa maniquea y caprichosa le da a la película un punto de honestidad y frescura que de verdad me sorprendió.
¿Os gustan los musicales? ¿Queréis pasar un buen rato y salir de la sala con una sonrisa? Entonces, no dejéis de ver «La llamada». Si además os atraen los temas de la educación en valores, la formación de jóvenes y las inquietudes religiosas, esta película es definitivamente la vuestra.
«La llamada» (Javier Ambrossi y Javier Calvo, 2017)