«Forrest Gump»: «¡Corre, Forrest, corre!»

Cuando se estrenó «Forrest Gump» la vi en el cine seis veces. «-Hala, qué friki«, diréis. Puede ser, pero hacía tiempo que una película no me emocionaba de esa manera. La historia me cautivó, la ternura del personaje me desarmaba, la banda sonora de Alan Silvestri me ponía los pelos de punta y además las andanzas del bueno de Forrest recorría las últimas décadas de los Estados Unidos, con lo que me gusta a mí la historia…
¿Os acordáis de cómo empezaba la película? Acompañada por las notas de un piano, la cámara seguía a una pluma que iba cayendo lentamente. Después de planear un par de minutos, termina posándose en la zapatilla manchada de barro de un hombre vestido con una camisa de cuadros azules y americana blanca.
Ese comienzo me encantó. Lo primero que pensé -ingenuo de mí- fue en la cantidad de tomas que tenían que haber filmado para conseguir que esa pluma cayera exactamente en ese lugar. Después ya me enteré en un documental que esa pluma en realidad no existía, sino que había sido creada digitalmente. Esto recuerdo que me dejó con la boca abierta.
Yo estaba acostumbrado a que los efectos especiales se emplearan para grandes explosiones o vuelos galácticos, pero no para cosas tan simples. Y en eso «Forrest Gump» era increíble: esos efectos, esa magia se utilizaba para el vuelo de una simple pluma o para que el protagonista apareciera en televisión saludando a varios presidentes de Estados Unidos. Todo ese trabajo para cosas visualmente tan poco espectaculares me parecía algo extraordinario por parte del director, Robert Zemeckis.
Pero si hubo una escena con la que sentía ese escalofrío que me decía «Este es, este es el momento» fue con aquella en la que el joven Forrest descubre una de las habilidades que le llevarían a la fama: Forrest Gump corría y lo hacía muy rápido.
La escena comienza como cada una en la película: con Forrest adulto contando la historia a una persona mientras esperan sentados a que venga el autobús:
«-Mamá siempre decía que hay milagros todos los días. Alguna gente no se lo cree, pero es verdad.»
Así, paseando con su adorada Jenny, el joven Forrest es acosado por los matones del colegio. Después de lanzarle piedras, Jenny le insta: «-¡Corre, Forrest, corre!«. Ahí vemos al pobre Forrest echando a correr con esos hierros en las piernas mientras aquellos pequeños gángsters le persiguen con las bicis.
No pinta muy bien para él, pero el tono de la escena cambia conforme la música va subiendo de intensidad. De repente, todos esos aparatos ortopédicos saltan por los aires y el chaval sale disparado con una bala, con uno de los temas principales de la película.
«-No lo creerá, pero es verdad: cuando corro soy como el viento.»
Esa cara de satisfacción de Forrest y la emoción que nos recorre el cuerpo gracias a la partitura de Alan Silvestri, es de esos momentos que no se olvidan. Era de esas escenas épicas con música de fanfarria, cámara grúa, travellings… ¡era total!
«-Pero, la verdad, aunque yo siempre iba corriendo, nunca pensé que eso me llevara a ningún lado.»
Con los años, el pequeño Forrest se ha convertido en adulto y una tarde vuelve a pasear con Jenny. La historia se repite, pero los abusones ya no van en bici, sino en una camioneta.
La fortuna (muchas veces presente en la vida del protagonista) le lleva a meterse en un campo de fútbol americano mientras huye de sus perseguidores. Ahí es fichado por el entrenador del equipo local, lo que le lleva a jugar en la liga universitaria.
«-Desde aquel día, si iba a alguna parte, ¡iba corriendo!»
Y aquí viene otro gran momento. Aquí Zemeckis lanza la artillería pesada cuando nos presenta a Forrest en mitad de un partido de fútbol. Esta vez no hay preliminares, no hay tiempo para ponernos en contexto: en esta ocasión el protagonista agarra el balón y corre, corre como nunca lo ha hecho mientras el público estalla. La cámara le sigue en otro travelling espectacular y el compositor eleva el tono hasta lo más alto convirtiendo esa carrera en el clímax de la película.
«-Qué manía de correr tiene ese muchacho…»
No sé si todo esto que he escrito os recuerda lo que pudisteis sentir cuando visteis la película, pero para mí es uno de los recuerdos más fantásticos en una sala de cine. Desde aquel 1994 en que se estrenó «Forrest Gump» la he visto varias veces y me sigue pareciendo todo un clásico, que no ha perdido en absoluto la frescura y la emotividad.
Frente a esto, varios críticos tildaron la película de lacrimógena, sensiblera y manipuladora. Nunca compartí esas opiniones. Para mí «Forrest Gump» no deja de ser una fábula en la que el protagonista, teniendo todo en contra, y con mucha intervención de la suerte, logra una vida completa y feliz, una especie de triunfo de lo bueno e inocente que todos tenemos dentro y que -aunque solo sea en una pantalla- sale victorioso por encima de la crueldad que muchas veces manda en el mundo.
Con una banda sonora impresionante de Alan Silvestri y una actuación impecable de Tom Hanks que le llevó a ganar su segundo Óscar consecutivo después de la maravillosa «Philadelphia» (de la que os hablé en este post), Robert Zemeckis conseguía una película que hoy mismo sigue apareciendo entre las 15 mejor valoradas de todos los tiempos.
«Forrest Gump» (Robert Zemeckis, 1994)
La película la he visto muchas veces, me encanto, es una de las mejores películas que he visto. Me ha encantado la entrada 😉
Me alegro mucho que tanto película como entrada te gusten. Sobre la peli, es de las que se disfrutan, de las que el tiempo parece no pasar por ellas. Ya ha cumplido 20 años y por su factura me parece ya un clásico.
Sobre la entrada, cada vez tengo más claro que cuando escribo sobre lo que me fascina, el texto casi sale solo.
Muchas gracias por tu comentario, Sandra 😉
No les pasa que cada vez que la vuelven a ver, descubren detalles nuevos? Es tan compleja que siempre hay descubrimientos aunque te la pasees mil veces. Es de las que te llevan de las risas a las lágrimas en segundos, a la reflexión, a la nostalgia. La banda sonora es de colección. Además de las piezas compuestas por Silvestri, esos grandes éxitos de los 60, 70 y 80.
Muy buena película!
Completamente de acuerdo, Evelin. Recuerdo que cuando salió, fui corriendo a comprar la banda sonora, la versión de Silvestri, y no dejaba de escucharla una y otra vez. Estas fiestas volveré a ver la película, que -como dices- seguro que me sorprendo con algo nuevo. ¡Gracias por parsarte!