Grandes frases: «Titanic»

En 2017 se dieron cita dos aniversarios relacionados con el transatlántico más famoso de la historia, el Titanic. Por un lado, aquel 15 de abril se cumplieron 105 años de su hundimiento, pero además -que es lo que nos interesa a los amantes del cine- se cumplen nada menos que 20 años del estreno de la película que dirigió James Cameron y que alcanzó un éxito sin precedentes.
Aún hoy, «Titanic» sigue siendo la segunda película de todos los tiempos que más dinero ha recaudado, más de 2.000 millones de dólares, por detrás de «Avatar«, también dirigida por Cameron.
Se alzó con 11 de los 14 Óscars a los que fue nominada, siendo este hecho otro récord, al convertirse en la película más galardonada en esos premios junto con la mítica «Ben-Hur» (William Wyler, 1959) y «El señor de los anillos: El regreso del rey» (Peter Jackson, 2003).
Como homenaje a una de las películas favoritas de este Descartes cinéfilo, en el 20º aniversario de aquel 18 de diciembre de 1997 en que se estrenó, recopilé las mejores frases y fotografías de «Titanic«. El trabajo de recopilación de todo el material fue algo tremendo y totalmente artesanal y, como podréis ver, todavía pendiente de ser completado.
Aquí te dejo con este particular tributo a una de las películas que más he disfrutado y que más veces fui a ver al cine…
TODAS LAS FRASES DE «TITANIC»
(JAMES CAMERON, 1997)
– Trece metros… deberíais verlo.
– Atención, Mir 2, pasamos por encima de la proa, seguidnos…
– Bien, Anatoly, estamos rodando… Siempre que veo aparecer en la oscuridad sus restos, me impresiona. Es realmente un barco fantasma.
– Puedo ver lo que queda del gran barco cuando se posó a las dos y media de la madrugada del 15 de abril de 1912, tras su larga caída… desde la superficie del mar.
– Sexta inmersión. Volvemos a estar sobre la cubierta del Titanic, a dos millas y media de profundidad, es decir, a 3.800 metros. La presión exterior del agua es de tres toneladas por cada dos centímetros cuadrados. Nuestros ojos de buey tienen un grosor de 23 centímetros, si se rompieran seríamos «sayonara» en dos microsegundos. Está bien… basta de tonterías…
– Esa es la cama de Hockley. Ahí es donde dormía el muy cabrón.
– ¡Eh Dave, Barry, hola! No, no estaba en la caja fuerte, pero, eh, no os preocupéis, sigue habiendo mucho lugares donde podría estar… Pues claro, entre los escombros, en el suelo de la suite, en el camarote de la madre, en la caja fuerte de la cubierta C…
– Hola, Tracy. Supongo que todos han oído hablar de las historias del Titanic: las personalidades que viajaban, la orquesta que tocó hasta el último momento… Pero lo que a mí me interesa son las historias que desconocemos. Hay muchos secretos que se ocultan en el casco del Titanic.
– Eche un vistazo a este dibujo que acabamos de encontrar hoy: un trozo de papel que lleva 84 años bajo el agua. Mi equipo técnico ha logrado recuperarlo intacto. ¿Debería quizá haber permanecido en el fondo del mar por toda la eternidad? Gracias a Dios ahora podemos verlo y disfrutarlo.
– Soy Brock Lovett, ¿en qué puedo ayudarla, señora Calvert?
– La verdad… quería saber si había logrado encontrar «El corazón de la mar», señor Lovett.
– Tiene toda mi atención, Rose. ¿Puede decirme quién es la mujer del dibujo?
– Oh, desde luego, la mujer del dibujo soy yo.
– ¡Seguro que es una maldita embustera! ¡Alguna chiflada que busca dinero o publicidad! ¡Solo Dios sabrá por qué! Como esa titi rusa… «Anestesia» o algo así…
– Oficialmente Rose DeWitt Bukater murió en el Titanic a los 17 años…
– Eso parece.
– Y aunque hubiera sobrevivido, ahora tendría más de 100 años…
– 101 el mes que viene.
– ¡Está bien, pues en ese caso es una embustera muy vieja!
– Por si te interesa he indagado en el pasado de esa mujer y he retrocedido hasta los años 20. Al parecer trabajaba en el teatro… ¡una actriz, esa es tu primera pista, Sherlock! Se llamaba Rose Dawson por esa época, luego se casó con un tal Calvert, se trasladaron a Cedar Rapids y echó al mundo un par de críos. Ahora Calvert ha muerto y según me han dicho ya no vive en Cedar Rapids…
– ¡Todos los que saben algo sobre el diamante están muertos o a bordo de este barco! ¡Pero ella sabe algo!
– No lleva lo que llamaríamos un equipaje ligero, ¿verdad?
– ¡Señora Calvert, yo soy Brock Lovett, bienvenida al Keldysh!
– ¡Encantado, señorita Calvert, bienvenida al Keldysh!
– ¡Eh Brock, Brock, toma!
– Señor, Lovett, ¿conoce a mi nieta Lizzy? Ella cuida de mí.
– Me gusta llevar mis fotografías cuando viajo.
– ¿Quiere que le traiga algo? ¿Necesita alguna cosa?
– Sí… Estoy deseando ver mi dibujo.
– Luis XVI llevaba una piedra fabulosa en su corona, se llamaba «El diamante azul». Desapareció en 1792, más o menos en la época en que Luis XVI lo perdió todo del cuello para arriba. Según la leyenda, el diamante de la corona también fue cortado, lo retallaron en forma de corazón y llegó a conocerse como «El corazón de la mar». Hoy tendría más valor que «El diamante de la esperanza».
– Ese pedrusco pesaba como un condenado… Sólo me lo puse esa vez.
– ¿De veras crees que eres tú, Nana?
– ¡Claro que soy yo, cariño! ¿A que era una hermosura?
– Lo encontré entre más pólizas de seguros, una vieja reclamación que por lo visto se solucionó bajo un silencio absoluto… ¿Puede decirme quién era el demandante, Rose?
– Imagino que era alguien llamado Hockley.
– Nathan Hockley exactamente, un magnate del acero de Pittsburgh. La reclamación era por un diamante que su hijo Caledon le compró a su prometida… usted… una semana antes de embarcarse en el Titanic y se archivó después del naufragio, así que el diamante debió hundirse con el barco…
– ¿Puede leer la fecha?
– 14 de abril de 1912.
– Lo que significa que si su abuela es quien dice ser… llevaba el diamante puesto el día que se hundió el Titanic…
– Y eso la convierte a usted… ¡en una de mis mejores amigas!
– ¡Esto… esto era mío! ¡Es extraordinario! Está igual que la última vez que lo vi… Mmm… el reflejo ha cambiado un poco…
– ¿Está dispuesta a volver al Titanic?
– Bien… allá vamos. El barco choca contra el iceberg por el lado de estribor. Así la masa de hielo acuchilló imperceptiblemente por estribor, pero abrió una brecha de diez metros, que condenó sin remedio al transatlántico. Empezaron a inundarse los seis primeros compartimentos estancos de proa. A medida que subía el nivel del agua, ésta se derramó por encima de los mamparos herméticos que, por desgracia, no llegaban más arriba de la cubierta E. A medida que la proa se hundía en el mar, la popa se iba levantando, lentamente al principio y luego más y más rápido hasta que finalmente tiene todo el trasero levantado en el aire. Y es un culo muy grande, estamos hablando de veinte o treinta mil toneladas. El casco no está diseñado para soportar tanta presión, así que ¿qué ocurrió? ¡Crack! Se rompió en dos a lo largo de la quilla y la popa volvió a posarse en el mar. A medida que se hundía la proa, se levantaba la popa verticalmente hasta que se desgajaron las dos partes. La sección de popa se quedó flotando como un corcho durante un par de minutos. Se inundó y finalmente se hundió alrededor de las dos y veinte de la madrugada, dos horas y cuarenta minutos después de la colisión. La sección de proa se alejó planeando a 25 kilómetros por hora, posándose en el suelo de una gran llanura submarina a 3.800 metros de profundidad… No está mal, ¿eh?
– Gracias por ese magnífico análisis forense, señor Bodine… Claro que… la experiencia que viví… fue algo diferente…
– ¿La compartiría con nosotros?
– Cuéntenos, Rose…
– Han pasado 84 años…
– No sé preocupe, sólo intente recordar lo que pueda, lo que sea…
– ¿Quiere oírlo o no, señor Lovett?
– Han pasado 84 años y aún percibo el olor a recién pintado. La vajilla nunca había sido usada… Nadie había dormido entre aquellas sábanas… Llamaban al Titanic «El buque de los sueños»… y lo era… realmente lo era…
– Sé indiferente con lo que quieras, Rose, pero no con el Titanic. Es treinta metros más largo que el Mauretania, ¡y más lujoso!
– Así que este es el barco que dicen es insumergible…– Y es insumergible, ¡ni Dios podría hundirlo!
– Estoy seguro de que usted lo solucionará. Hable con mi mayordomo.– Bien, señor, será un placer. Confíe en mí para cualquier cosa que desee…– Venga aquí, mozo. Llevamos los baúles que están en este automóvil. Los doce de aquí y la caja fuerte. Todo ha de ir a las suites 52, 54 y 56.
– Jack, soy un pazzo, has apostado todo lo que tenemos.– Cuando no tienes nada, no tienes nada que perder.
– Bien…, llegó el momento. La vida de alguien está a punto de cambiar.
– ¿Fabrizio…? Niente…– ¡Niente!– Lo siento, Fabrizio…– ¡Qué «lo siento»! ¡Ma vaffanculo! ¡È tutto il nostro dinero!– Digo que lo siento, porque no volverás a ver a tu madre en mucho tiempo… ¡Nos vamos a América! ¡Tengo un full, amigos!
-¡Dío mío, grazie!– ¡Me voy a América!
– No, amigos. El Titanic va a América, zarpa dentro de cinco minutos.
– ¡Viajaremos en un barco lujoso! ¡Somos dos auténticos peces gordos! ¡Casi somos de la realeza, ragazzo mío!
– ¡Te lo dije! ¡È il mio destino! ¡Siempre lo he sabido, voy a l´América para hacerme millonario!
– ¡Retiren la pasarela!– ¡Espere! ¡Espere! ¡Somos pasajeros!– ¿Han pasado por la cola de la inspección?– ¡Claro! Además no tenemos piojos, somos americanos. Los dos.– Bien, embarquen.
– ¡Somos los más afortunados del mundo! ¿Lo sabías?
– ¿Conoces a alguien?– No, pero eso es igual. ¡Adiós! ¡Os echaré de menos!– ¡Addio! ¡Te aseguro que jamás te olvidaré!
– ¿Qué tal están? Soy Jack, encantado. Jack Dawson, encantado de conocerle. Es un placer. ¿Quién te ha dicho que te toca la litera superior?– ¿Dónde está Sven?
– Esta es su cubierta de paseo particular, señor.
– ¿Éste?– No… Recuerdo que había muchas caras en él. Oh, es éste.– ¿Los coloco todos, señorita?– Sí, irá bien un poco de colorido.
– Dios… otra vez esos cuadros pintados con el dedo. Menuda forma de tirar el dinero.– A diferencia entre el gusto de Cal por el arte y el mío es que yo sí lo tengo. Son fascinantes… Es como estar dentro de un sueño. Hay una verdad, pero no hay lógica…– ¿Cómo se llama el artista?– Mmm… algo como «Picasso».– «Algo como Picasso»… Nunca será nadie. Nunca, créeme. Al menos han sido baratos…
– En Cherburgo subió a bordo una mujer llamada Margaret Brown, pero todos la llamaríamos Molly. La historia la bautizaría como «la insumergible Molly Brown». Su marido había encontrado oro en alguna parte del oeste. Era lo que mi madre solía llamar «nuevo rico».– ¡No iba a quedarme esperando todo el día, hijo!
– Al atardecer del día siguiente zarpábamos hacia el oeste desde la costa de Irlanda. Sólo el Océano Atlántico se extendía ante nosotros.
– Proa a alta mar, señor Murdoch, que todos vean cómo navega.– Sí, capitán.– Avante a toda máquina, señor Moody.– Muy bien, señor.
– ¡Avante toda!– ¡El capitán quiere velocidad máxima y la tendrá!
– Veintiún nudos, señor.
– ¡Son preciosos, fíjate lo que hacen!
– ¡Creo que ya estoy viendo la Estatua de la Libertad! Muy pequeña, claro.
– ¡Soy el rey del mundo!
– Es el objeto móvil más grande jamás construido por la mano del hombre en toooda la historia. Y nuestro ingeniero naval el señor Andrews lo diseñó desde la roda al timón.– Bueno, es cierto que lo he construido, pero la idea fue del señor Ismay. Imaginó un buque de una envergadura tan grande y con un equipamiento tan lujoso que su supremacía jamás sería puesta en duda y en él estamos. Ahora es una sólida realidad.
– Ya sabes que no me gusta que fumes, Rose.– Lo sabe.
– Los dos tomaremos cordero, poco hecho y con poca salsa de menta. ¿Te gusta el cordero, palomita?
– ¿Y también vas a cortarle la carne, Cal?
– Por cierto, ¿a quién se le ocurrió el nombre de Titanic? ¿Fue a usted, Bruce?– La verdad es que sí. Verán, quería que diera la idea de su tamaño. Un gran tamaño significa estabilidad, lujo y, sobre todo, fuerza.– ¿Ha oído hablar del doctor Freud, señor Ismay? Sus ideas sobre la preocupación masculina por el tamaño podrían resultarle muy interesantes.
– Discúlpela, está nerviosa.– Es como un revolver, Cal. Espero que sepas manejarla.– Puede que a partir de ahora deba preocuparme por lo que lee, ¿no cree, señora Brown?
– ¿Freud? ¿Quién es? ¿Es un pasajero?
– Questo vappore è molto bello, ¿eh?– Sí, es un barco irlandés.– Non inglés, ¿eh?– No, lo construyeron en Irlanda, quince mil irlandeses trabajaron en él. Es sólido como una roca, manos irlandesas lo hicieron.
– Vaya, cómo no. Los perros de primera clase bajan aquí a cagar.– Eso nos aclara dónde entramos en el esquema de las cosas.– ¿Acaso podemos olvidarlo? Soy Tommy Ryan.– Jack Dawson.– Fabrizio.
– ¿Ganas dinero con tus dibujos?
– ¡Ah, olvídalo, chico! Tienes tantas posibilidades de acercarte a ella, como que un ángel se te aparezca y te toque con su gracia.
– Veía toda mi vida como si ya la hubiera vivido: un desfile incesante de fiestas y cotillones, yates y partidos de polo, siempre rodeada por la misma gente y sus banales conversaciones. Sentía como si estuviera al borde de un gran precipicio, sin nadie que me ayudara a no caer, sin nadie a quien yo le importara o se fijara en mí.
– No lo haga.– ¡Apártese! ¡No se acerque más!– Vamos, deme la mano, la ayudaré a volver a cubierta.– ¡No, quédese donde está! Hablo en serio. Voy a soltarme…
– No lo hará.– ¿Qué quiere decir con eso? No se atreva a decirme lo que haré o lo que dejaré de hacer. ¡Usted no me conoce!– Si quisiera hacerlo, ya lo habría hecho.
– Me está distrayendo, ¡váyase de aquí!– No puedo. Me siento obligado. Si se suelta, voy a tener que saltar para ayudarla.
– No sea absurdo. ¡Se mataría!– Soy buen nadador.– ¡La caída le mataría!– Dolería, no se lo niego, pero a decir verdad me preocupa mucho más que el agua esté muy fría.– ¿Cómo de fría?– Helada. Un par de grados sobre cero.
– ¿Ha estado alguna vez en Wisconsin?– ¿Cómo?– Tiene uno de los inviernos más crudos que hay. Yo nací allí, cerca de Chippewa Falls. Recuerdo que cuando era niño iba con mi padre a pescar en el hielo en el lago Wissota.
– Supongo que sabe cómo se pesca en el hielo…– ¡Sé cómo se pesca en el hielo!– Lo siento, es que… parece…, ya sabe, una chica de ciudad…
– Como le decía, un día la capa de hielo se rompió y caí en el agujero. Cuando el agua está tan fría como la de ahí abajo, te golpea igual que mil cuchillos clavándose por todo el cuerpo. No puedes respirar, no puedes pensar… únicamente sientes dolor. Por eso no me hace ninguna gracia tener que saltar al mar a por usted… Pero como ya he dicho, no tengo elección. Aunque tengo la esperanza de que vuelva a pasar por encima de la barandilla y me evite el baño.
– Está loco.– Eso es lo que dicen todos, pero, con el debido respeto, señorita, no soy yo quien está dispuesto a tirarse del barco.
– Vamos, deme su mano. No quiere hacerlo.
– Soy Jack Dawson.– Rose DeWitt Bukater.– Voy a tener que pedirle que me lo escriba…
– ¡Cálmese! ¡La tengo! ¡Cójase fuerte!
– ¡Por favor, ayúdeme!– ¡Escúcheme, la tengo sujeta! ¡No la soltaré! ¡Sujétese fuerte e intente subir!
– ¡Vamos, eso es! ¡Puedes conseguirlo!
– ¿Qué ocurre aquí? ¡Apártese de ella y no se mueva de ahí! ¡Llama a la policía del barco!
– ¡Esto es completamente inadmisible! ¿Cómo se ha atrevido a ponerle las manos encima a mi prometida? ¡Míreme, escoria!
– ¡Qué intentaba hacer! ¡Debería darle una…!
– ¡Cal, basta! ¡Ha sido un accidente!– ¿Un accidente!– ¡Es cierto! He sido una estúpida, quise asomarme demasiado y resbalé. Estaba intententando ver… ah… ¿cómo se llaman? Ah…– ¿Las hélices?– ¡Las hélices! Y resbalé. Hubiera caído por la borda, pero el señor Dawson estaba cerca. Me salvó aun a riesgo de caerse él.– Así que querías… ¡Quería ver las hélices!– Siempre lo he dicho: las mujeres y las máquinas son incompatibles.
– ¿Fue así como sucedió?– Sí, fue más o menos así.– ¡Entonces ha sido un héroe! ¡Enhorabuena, hijo, todo ha acabado bien! Es un suceso perfecto para un brindis, ¿eh, caballeros?
– ¿Qué tal una pequeña propina para el muchacho?– Desde luego. Señor Lovejoy, bastará con uno de veinte.– Ah, ¿ese es el precio por salvar a la mujer que amas?– Rose no está de acuerdo…, ¿qué podemos hacer? Ya sé.
– Tal vez le apetecería cenar con nosotros mañana. Entretendría a nuestros amigos contando su hazaña.– Claro, cuente conmigo.
– ¿Podría invitarme a un cigarrillo?
– Debería atárselas. Es curioso que aunque la joven resbalara de repente, le diera tiempo a quitarse la chaqueta y desabrocharse los zapatos.
– Sé que estás melancólica…, no pretendo saber por qué. Quería guardar esto para la gala de nuestro compromiso la semana próxima. Sin embargo, he pensado que esta noche…– ¡Santo Dios!– … quiero que sea un recuerdo de mis sentimientos hacia ti.– Es un…– … diamante, sí. De 56 kilates, para ser exactos. Lo llevaba Luis XVI y lo llamaban le coeur de la mer, el corazón de la mar, sí.– Es abrumador.– Es para la realeza. Y somos la realeza, Rose. No hay nada que no pueda darte, ni puedo negarte nada, si no te alejas de mí.
– Ábreme tu corazón, Rose.
– He vivido solo desde los 15 años, desde que mis padres murieron. No tenía hermanos, ni parientes cercanos en esa parte del país, así que me largué de allí y no he vuelto desde entonces. Soy como una veleta que gira en la dirección del viento.
– Bueno, Rose, hemos caminado casi un kilómetro por esta cubierta, y hemos charlado sobre el tiempo, sobre mi infancia, pero no creo que haya venido a hablar conmigo de eso.– Señor Dawson, yo…– Jack.– Jack…, quiero darle las gracias por lo que hizo. No sólo por detenerme en mi propósito sino por su discreción.– Fue un placer ayudarla.
– Oiga… ya sé lo que está pensando: pobre niña rica, qué sabrá ella del sufrimiento…– No, no. No he pensado eso. Pero sí he pensado qué es lo que pudo haberle ocurrido para creer que no tenía salida.– Pues… era por todo, era… por todo mi mundo y todos los que hay en él. En la inercia de mi vida precipitándose hacia adelante, sin poder detenerla.
– ¡Dios! ¡Fíjese! ¡Se hubiera ido directamente al fondo!– Ya se han enviado más de quinientas invitaciones. ¡Toda la alta sociedad de Filadelfia estará allí! Y todo este tiempo siento que estoy en un salón muy concurrido gritando a pleno pulmón y no hay nadie que ni siquiera levante la vista.
– ¿Le ama?– ¿Cómo ha dicho?– ¿Usted le ama?– Está siendo muy grosero. ¡No debería preguntarme eso!– Bueno…, es una simple pregunta: ¿ama a ese hombre o no? Conteste…– Oh… Creo que esta conversación no es muy adecuada…– ¿Por qué no puede contestar?– ¡Esto es absurdo! Usted no me conoce y yo no le conozco y no estamos teniendo esta conversación en absoluto. Es usted grosero y maleducado y presuntuoso y me voy ahora mismo. Jack… señor Dawson, ha sido un placer. Le busqué sólo para darle las gracias y ya se las he dado…– … y también me ha insultado.– Bueno, creo que se lo merecía.– Estoy de acuerdo.– ¡Bien!
– Creí que se iba…– ¡Y me voy! ¡Es usted un fastidio!– Ja, ja.
– ¡Espere! ¡Yo no tengo por qué irme! ¡Esta es mi parte del barco, usted se va!– ¡Oh, jo, jo, jo! ¡Vaya, vaya, vaya! ¿Ahora quién es el grosero?
– ¿Qué tiene en esta carpeta que siempre le acompaña? ¿Qué es, un artista o algo así? Vaya… son bastante buenos. La verdad… es que son muy buenos. Es un trabajo realmente exquisito…– Pues no gustó demasiado en el viejo París…– ¿París? Viaja usted mucho, para ser… bueno… una persona de… medios limitados.– ¡Adelante, un pobre! ¡Puede decirlo!
– Vaya, vaya, vaya… ¿hizo estos dibujos al natural?– Esa es una de las cosas buenas de París… Hay muchas chicas dispuestas a quitarse la ropa.
– ¿Esta mujer le gustaba? Le sirvió de modelo en varias ocasiones.– Espere… Tenía unas manos preciosas, como puede ver.– Seguro que tuvo un romance con esa chica…– No, no, no, no, no… Sólo con sus manos. La pobre era una prostituta coja. Compruébelo. Pero tenía sentido del humor.
– Oh, y esta señora solía sentarse en un bar cada noche llevando encima todas las joyas que poseía, esperando a su amante desaparecido. La llamábamos Madame Bijoux. Vea sus ropas raídas…
– Vaya… Creo que tiene un don, Jack. En serio. Ve a las personas.– La veo a usted.– ¿Qué ve?– Que no hubiera saltado.
– Pero el objetivo de ir a la universidad es el de encontrar a un esposo adecuado y Rose ya lo ha hecho…
– No se gire, ahí llega esa mujer tan vulgar, la señora Brown.– Levantémonos antes de que se siente con nosotras.– Hola chicas, esperaba pillaros en el té.– Lo sentimos, se lo ha perdido… Precisamente nos dirigíamos a dar un paseo por cubierta.– ¡Una gran idea! ¡Necesito ponerme al día con los chismes!
– ¿Así que aún no ha encendido todas las calderas?– No, no hay necesidad. Llevamos una velocidad excelente.– La prensa conoce el tamaño del Titanic. Ahora quiero que se maravillen con su velocidad. ¡Tenemos que ofrecer alguna noticia! Este viaje inaugural del Titanic debería aparecer en titulares.– Señor Ismay…, preferiría no forzar las máquinas hasta que estén rodadas.– Sólo soy un pasajero, dejo en sus manos decidir qué es lo mejor… Pero sería un glorioso final para su última travesía si llegáramos a Nueva York un día antes. Sorprenderíamos a la competencia y saldríamos en los periódicos. Se jubilaría con un éxito, Capitán Smith…
– En fin, y después trabajé en un barco de pesca en Monterrey. Luego me fui cerca de Los Angeles, a Santa Mónica, y allí empecé a hacer retratos por 10 centavos el dibujo.– ¿Por qué no podría hacer yo eso? Es decir, dirigirme hacia el horizonte sin tener que dar cuenta a nadie…
– Dí que algún día iremos a esos paraísos perdidos, aunque sólo sea por soñar despiertos.– ¡Claro que iremos! Beberemos cerveza barata, nos montaremos en la montaña rusa hasta acabar vomitando y pasearemos a caballo por la playa, pisoteando las olas. Pero tendrás que hacerlo como un auténtico vaquero, nada de montar como las mujeres.– ¿Te refieres… a montar a horcajadas?– Sí.– ¿Me enseñarías?– Claro, si quieres.
– Enséñame a montar como un hombre.– Y a mascar tabaco como un hombre.– Y a… ¡escupir como un hombre!– ¿No te enseñaron a hacer eso en tu colegio?– ¡Noooo!– Está bien, te enseñaré. Vamos.
– Presta atención…– ¡Es realmente asqueroso!– Bien, ahora te toca a ti.– ¡Eso ha sido ridículo! Tienes que carraspear muy abajo, ¿sabes? Luego lo impulsas con el cuerpo… Te preparas… ¿Has visto a qué distancia lo he lanzado? Bien, hazlo.
– Eso ha estado mejor, tienes que practicarlo. Tienes que carraspear y tratar de recoger la saliva dándole cuerpo, fíjate.– ¡Madre! Quiero presentarte a Jack Dawson.– Debo decir que es un placer.
– Los demás eran amables y sentían cierta curiosidad por el hombre que me había salvado la vida… Pero mi madre le miraba como a un insecto… un peligroso insecto al que había que aplastar rápidamente.
– Por lo que veo eres un hombre para tener cerca cuando te encuentras en apuros…
– ¿Por qué siempre anuncian la cena como si fuera una maldita carga de caballería?
– Ah…, hijo. ¡Hijo! ¿Sabes aunque sea por casualidad lo que vas a hacer?– En realidad, no.– Estás a punto de entrar en la cueva de las serpientes. ¿Qué ropa vas a llevar? Lo imaginaba… Acompáñame.
– ¡No me equivocaba! Mi hijo y tú tenéis más o menos la misma talla.– Más o menos, sí…
– ¡Brillas como una moneda nueva!
– Una vez vi hacer esto en una película y siempre he querido hacerlo.
– Cariño, seguramente recordarás al señor Dawson.– ¡Dawson! ¡Es increíble! ¡Podría pasar por un caballero!– Es posible…
– Esa es la condesa de Rothes. Y ese caballero es John Jacob Astor, es el hombre más rico del barco. Su mujer se llama Madeleine, tiene mi edad y se casó en estado. ¿Ves cómo intenta ocultarlo? ¡Un escándalo!
– Y esos son Benjamin Guggenheim y su amante Madame Aubert. La señora Guggenheim está en casa con los niños, claro. Y allí tenemos a Sir Cosmo y Lady Duff-Gordon. Ella diseña ropa interior provocativa, entre sus muchas actividades… Es muy popular entre la realeza británica.
– Enhorabuena, Hockley, es espléndida.– ¡Gracias!
– ¿Acompañarías a una dama?– ¡Encantado!
– Prepara alguna historia, Jack. Recuerda que aman el dinero, así que finge que posees una mina de oro y entrarás en el club.
– ¡Hola Astor!– Vaya, hola Molly. Encantado de verte.
– J.J., Madeleine, quiero presentaros a Jack Dawson.– ¿Cómo está usted?– Es un placer.– Jack, ¿eres de los Dawson de Boston?– No. En realidad soy de los Dawson de Chippewa Falls.– Ah, sí, sí…
– Debía de sentirse muy nervioso, pero no mostró ningún titubeo. Dieron por sentado que era uno de ellos, el heredero de una fortuna de los ferrocarriles, tal vez. «Nuevo rico», sí pero aún así un miembro del club. Aunque mi madre estaba allí para romper el encanto, naturalmente…
– ¿Qué tal es el alojamiento en tercera clase, señor Dawson? Dicen que no está mal en este barco.– Es en el mejor que he navegado, señora. Apenas hay ratas.
– El señor Dawson viaja en tercera clase y anoche salvó a mi prometida de un contratiempo.– Da la casualidad de que el señor Dawson es un gran artista. Hoy ha tenido la amabilidad de mostrarme sus dibujos.– Rose y yo diferimos algo en nuestra definición de lo que es el arte… sin menospreciar su trabajo.
– ¿Son todos para mí?– Empieza utilizando desde el extremo hacia dentro.
– Se conoce cada remache del buque, ¿verdad Thomas?– Desde luego.– Este barco es una maravilla, señor Andrews.– Gracias, Rose.
– ¿Cómo desea el caviar, señor?– No quiero caviar, gracias. Nunca me ha gustado.
– ¿Dónde vive exactamente, señor Dawson?– Verá, señora, en la actualidad mi dirección es el Titanic y cuando desembarque estaré en manos de Dios.– ¿Y con qué medios cuenta para sus largos viajes?– Trabajo para ir de un lugar a otro. Utilizo cualquier medio para viajar. Gané mi pasaje en el Titanic con una mano afortunada al póker. Tuve mucha suerte…– Todo en la vida es un juego de azar.
– Un hombre que se precie tiene su propio azar, ¿verdad Dawson?
– ¿Le parece atractiva esa clase de existencia desarraigada?– Sí, señora, me lo parece. Verá, siempre llevo todo cuanto necesito: aire en mis pulmones y unas hojas de papel en blanco. Me encanta despertarme por la mañana sin saber lo que va a ocurrir, a quién conoceré o dónde me llevará la vida.
– Hace unas noches dormía bajo un puente y ahora estoy aquí, en el buque más grande del mundo, bebiendo champagne con personas distinguidas. Creo firmemente que la vida es un regalo y no pienso desperdiciarla.
– Nunca se sabe qué cartas te repartirán la próxima vez. Aprendes a aceptar la vida tal como viene. Ahí va eso, Cal.
– Así cada día cuenta.
– Bien dicho, Jack.
– Porque cuente.– ¡Porque cuente!
– ¡… pero el señor Brown no sabía que yo había escondido el dinero en el fogón! ¡Volvió a casa borracho como una cuba y no se le ocurrió otra cosa que encender el fuego!
– Ahora los caballeros pasan a la sala de fumadores.
– Bien…, ¿me acompañan a tomar un cognac, caballeros?
– Como ves, se retiran en mitad de una nube de humo y se felicitan mutuamente por ser los amos del universo.
– Señoras, gracias por el placer de su compañía.
– Rose, ¿quieres que te acompañe a la cabina?– No, me quedaré.
– ¿Nos acompaña, Dawson? Bueno, supongo que no querrá quedarse con las mujeres.– No, gracias, tengo que regresar a mi camarote.
– Sí, es lo mejor, hablaremos de negocios, política y cosas por el estilo, no le interesaría.
– Ah, Dawson, gracias por venir.
– Jack, ¿tienes que irte?– Ya es hora de que vaya a remar con los otros esclavos.
– Buenas noches, Rose.
– Haz que cuente. Reúnete conmigo frente al reloj.
– ¿Quieres ir a una fiesta de verdad?
– ¡Vamos, muchachos, otra! ¡Que no dejen de bailar!
– Ahora voy a bailar con ella, ¿de acuerdo?
– ¡Baila! ¡Baila conmigo!– ¡Espera, Jack, no sé! No sé bailar esto…– Sólo tenemos que acercarnos un poco más… así.
– Sigues siendo mi chica preferida, Cora.
– ¡No sé los pasos!– ¡Yo tampoco! ¡Sigue la música! ¡No pienses!
– ¿Qué? ¿Crees que una chica de primera clase no sabe beber?
– ¡Ya basta! ¿Os creéis muy hombres? ¿Sabéis hacer esto? Sujétalo, Jack, mantenlo así.
– ¿Te encuentras bien?– ¡Hacía años que no lo conseguía!
– Creí que anoche irías a mi cama.– Estaba cansada.– Ya… Supongo que tu visita a tercera clase fue agotadora.– Pude comprobar que tu mayordomo no dejaba de seguirme, como siempre.– Jamás volverás a comportarte así, ¿me has entendido?
– Te recuerdo que no soy uno de tus capataces a los que das órdenes. Soy tu prometida.– Mi prometida… ¡Mi prometida! ¡Sí, eso es, y mi esposa! ¡Mi esposa en la práctica aunque no sea ante la ley, así que te aconsejo que me respetes, igual que se le exige a una esposa que respete a su marido! No creas que te burlarás de mí, Rose. ¿Te cuesta comprender eso?– No…– Bien. Discúlpame.
– Señorita Rose…– No, déjalo, hemos tenido un accidente. Lo siento, Trudy.– No se preocupe.– Deja que te ayude.– No se preocupe, señorita. Cálmese, señorita.
– Té, Trudy.– Sí, señora.
– No volverás a ver a ese chico, ¿lo has entendido? ¡Rose! Te lo prohibo.– Olvídalo, madre, o el sofoco hará que te sangre la nariz.– ¡Esto no es un juego! ¡Nuestra situación es precaria, sabes que no nos queda dinero!– Naturalmente que lo sé. Me lo recuerdas cada día.– Tu padre no nos dejó nada, aparte de un legado de deudas ocultas tras un buen apellido. ¡Ese apellido es la única baza que tenemos para jugar! ¡Hija, no te entiendo! Hockley es un buen partido, asegurará nuestra supervivencia.– ¿Cómo puedes cargarme con esa losa?– ¿Pero por qué eres tan egoista?– ¿Ahora me acusas de egoista?– ¿Acaso quieres verme trabajando de costurera? ¿Es eso lo que quieres? ¿Ver cómo se venden tus pertenencias en una subasta? Nuestros recuerdos dispersados a los cuatro vientos…– Es muy injusto…– Claro que es injusto… somos mujeres. Nuestras elecciones nunca son fáciles.
– Hola, señor Andrews.– ¿Qué tal, Jack?
– Señor…– Sólo quiero hablar con alguien un momento…
– ¿No me recuerda? Estuve aquí anoche.– No, lo siento, por favor, vuelva a tercera clase.
– Sólo quiero hablar con ella.– El señor Hockley y la señora De Witt Bukater siguen apreciando su valiosa ayuda. Verá, me pidieron que le diera esto por sus servicios.– No quiero su dinero. Sólo quiero hablar con ella…– Lamento tener que recordarle que usted tiene un pasaje de tercera clase. Su presencia aquí ya no resulta apropiada.– Por favor, sólo quiero hablar con Rose.– Caballeros, por favor, asegúrense de que el señor Dawson vuelve al lugar que pertenece y del que no debe salir.– Sí, señor, acompáñanos.
– ¿Por qué tienen dos timones?– El segundo sólo se usa para maniobras de atraque…
– Disculpe, señor, han avistado icebergs. El aviso proviene del norte.– Puede retirarse.
– No, no se preocupen. Es normal en esta época del año. Además doblaremos la velocidad. He ordenado encender las calderas que faltaban.
– Señor Andrews, disculpe. He hecho un cálculo mental y con el número de botes salvavidas multiplicados por la capacidad que mencionó, lo siento, pero… no son suficientes para los que vamos a bordo.– Sólo hay capacidad para la mitad. Veo que no se le escapa nada, Rose. En realidad diseñé un nuevo tipo de pescantes, donde cabría otra hilera de botes, al lado de los que están. Pero algunos pensaron que la cubierta parecería demasiado abarrotada, así que se denegó la proposición.– Con los que hay ya es un desperdicio de espacio para un barco insumergible.– Duerma tranquila, señorita Rose, he diseñado un buen buque, fuerte y muy marinero. Es el único salvavidas que necesita.
– ¡Sigan hacia popa! La próxima visita será la sala de máquinas.
– Jack, es imposible. No puedo verte.– Necesito hablar contigo.– No, Jack, no. Jack, estoy prometida, tengo que casarme con Cal. Amo a Cal.
– Rose, no eres fácil. Y hasta diría que eres una mocosa consentida, pero bajo todo eso creo que eres la más increíble, sorprendente y maravillosa mujer que jamás he conocido, y…– Jack, yo…– ¡Deja que te lo diga, por favor! Eres… No soy idiota, ya sé cómo funciona el mundo. Tengo sólo diez pavos en el bolsillo, no tengo nada que ofrecerte, ya lo sé, lo entiendo. Pero estoy demasiado implicado. Si tú saltas, yo salto, ¿recuerdas? No me alejaré de tu vida sin saber que estarás bien. Es todo cuanto quiero.– Pues estoy bien. Estaré bien, de verdad.– ¿De verdad? Yo no lo creo. Ellos te tienen atrapada, Rose. Sé que te morirás si no te liberas, tal vez no enseguida porque eres fuerte, pero… antes o después ese fuego que siento por ti, Rose…, ese fuego puede apagarse.– No es asunto tuyo salvarme, Jack.– Tienes razón, sólo tú puedes salvarte.– Debo regresar, tienes que olvidarme.
– Cuéntele a Lucille el contratiempo que tuvo con la imprenta.– Por desgracia, tuvimos que devolver las invitaciones dos veces…– ¡Qué desastre!– … por no hablar de los espantosos vestidos de las damas de honor. Todo supuso una odisea. Rose decidió que los quería de color lavanda. Ella sabe que detesto ese color…
– … ambas hemos hecho una gran creación, ¡cual ave fénix surgiendo de sus cenizas!
– Hola, Jack. He cambiado de opinión. Dijeron que estarías…– Shhhh… Dame tu mano. Ahora cierra los ojos, hazlo. Acércate… Sujétate a la barandilla, mantén los ojos cerrados…– No los abro.– Ahora súbete a la barandilla. Sujétate, no te sueltes y mantén los ojos cerrados. ¿Confías en mí?– Confío en ti.
– Eso es…, abre los ojos…– ¡Oh…! ¡Estoy volando, Jack!
– Ven, Josephine, asciende conmigo. Vuela, vuela, alto, muy alto…
– Esa fue la última vez que el Titanic vio la luz del día.– Es el atardecer de la noche del hundimiento. Sólo faltan seis horas…– Es increíble… El capitán Smith tenía aviso de avistamiento de icebergs en su jodida mano… disculpe… en su mano y ordena máxima velocidad…– Treinta y seis años de experiencia trabajaban contra él. Supuso que avistarían cualquier obstáculo que pudiera hundirles y tendrían tiempo para virar. Pero el buque es muy grande y el timón es muy pequeño, no sirve para virar rápido. Nada de lo que él conoce le sirve…
– Es muy sencilla, te lo aseguro. Esta es la sala de estar. ¿Esta luz te sirve?– ¿Para qué?– ¿Los artistas no necesitáis buena luz?– «Ciegto, madam, pego no estoy acostumbgado a tgabajar en condiciones tan hoguibles…»
– ¡Un Monet!– ¿Conoces su obra?– Por supuesto… Mira qué uso más inteligente del color, ¿no es estupendo?– Sí, es extraordinario.
– Cal insiste con cargar con este chisme horrible a todas partes…– ¿No crees que puede volver de un momento a otro?– Mientras duren los cigarros puros y el cognac, no vendrá.
– Es precioso… ¿Qué es? ¿Un zafiro?– Un diamante. Y por lo visto, un diamante único.
– Jack, quiero que me dibujes como a una de tus chicas francesas, pero con el diamante.– Está bien.– Sólo con el diamante.
– Lo último que necesito es otro retrato con aspecto de muñeca de porcelana. Como cliente que paga, espero conseguir lo que quiero.
– Ponte… en la cama… digo, el sofá.
– Recuéstate, ponte cómoda.
– ¿Te parece bien así?– Pon el brazo hacia atrás, tal como estaba. Levanta el otro brazo. Pon tu mano junto a tu cara, así. Perfecto. Ahora baja la cabeza, mírame, fija tus ojos en mí y lo más difícil: no te muevas.
– Qué serio te has puesto…
– Tengo la sensación de que te ruborizas, señor gran artista. No me imagino a monsieur Monet ruborizándose…– Él pinta paisajes.
– Mi corazón latía apresuradamente. Fue el momento más erótico de toda mi vida…, al menos hasta entonces.
– ¿Y qué pasó luego?– ¿Se refiere a si lo hicimos? Siento decepcionarle, señor Bodine, Jack era muy profesional.
– ¿Puedes volver a dejar esto en la caja fuerte?
– Nadie del personal de servicio la ha visto. ¡Es absurdo! ¡Estamos en un barco, sólo puede estar en ciertos lugares! Lovejoy, encuéntrela.
– No creo haber visto nunca el mar tan en calma.– Como un estanque. Ni un soplo de viento.– Sin embargo eso hará más difícil ver icebergs al no haber olas que rompan en su base.– Dejo el puente. Mantenga velocidad y rumbo, señor Lightoller.– Sí, capitán.
– Empieza a hacer frío.
– ¡Vamos, Jack, corre!
– ¡Ese hombre es muy fuerte para ser mayordomo, parece más un policía!– Creo que lo era…
– ¿Y ahora qué?– ¿Qué?
– ¡Eh! ¿Qué están haciendo aquí? ¡No deben estar aquí abajo! ¡Puede ser peligroso!– ¡No se preocupen por nosotros, están haciendo un gran trabajo! ¡Sigan así, amigos!
– ¡Vaya! ¡Mira qué tenemos aquí!
– ¿A dónde, señorita?– A las estrellas…
– ¿Estás nerviosa?– No.
– Acaríciame, Jack…
– ¡Qué frío hace!– ¿Sabías que el hielo puede olerse cuando está cerca?– ¡Tonterías!– Bueno, yo sí lo huelo.
– ¿Ha encontrado los prismáticos para los vigías?– No los he visto desde Southampton.
– Estás temblando…– No te preocupes, estoy muy bien.
– ¿Echa en falta algo?
– «Querido, ahora puedes guardarnos a los dos en tu caja fuerte. Rose.»
– Tengo una idea mejor…
– ¡Ya os tenemos!
– ¿Has visto la cara que han puesto? ¿Lo has visto?
– Cuando el barco atraque, me reuniré contigo.– Es una locura.– ¡Lo sé! Sé que no tiene sentido, por eso confío.
– Mira eso…– ¿Has visto a esos dos? ¡Vaya, qué tortolitos!– ¡Están más calientes que nosotros!– ¡Sí, se necesitan dos para estar calientes! Conmigo no cuentes, no eres mi tipo.
– ¡Por todos los santos!
– ¡Contestad, malditos cabrones!
– ¡Puente, puente!– ¿Sí? ¿Qué han avistado?– ¡Iceberg por proa!– ¡Gracias!
– ¡Iceberg por proa! ¡Todo a estribor!
– ¡Contramarcha!
– ¡Todo el timón a estribor!
– ¡Cerrad todas las calderas! ¡Cerradlas!
– ¡Ahora! ¡Inicien contramarcha!
– ¡Por qué diablos no viran!
– ¿Está el timón al máximo?– ¡Sí, señor, lo está! ¡Ya no da más!
– Vamos, vamos…, ¡vira!
– ¡Vamos a chocar!
– ¡Atrás!
– ¡Salid todos! ¡Vamos, daos prisa, están cerrando las compuertas! ¡Vamos!
– ¿Has visto? Vaya…, ha ido por poco.– ¡Conque hueles el hielo! ¡Maldito estúpido!
– Anote la hora de la colisión en el cuaderno de bitácora.
– ¿Qué ha ocurrido, señor Murdoch?– Un iceberg, señor. He virado a estribor y di orden de contramarcha, pero estaba demasiado cerca. Intenté esquivarlo, pero creo que chocamos y…– Cierre las puertas herméticas.– Ya están cerradas, señor.
– ¡Pare las máquinas!– ¡Sí, capitán!
– Revisión de daños, señor Murdoch.– ¡Sí, señor!
– ¡Porca putana! ¡Qué cazzo è!
– ¡Está todo inundado!– ¡Vamos, larguémonos de aquí!
– Disculpe, ¿por qué han parado las máquinas? He sentido un temblor.– No se preocupe, señora, seguramente hemos perdido una pala de la hélice, ese habrá sido el temblor. ¿Quiere que le traiga algo?– No, gracias.
– Si las ratas han tomado esta dirección, será mejor seguirlas.
– Por favor, no se preocupen, no ocurre nada.
– Yo no me preocuparía, ha sido una colisión sin importancia…
– Menos mal…– Cálmese, no hay ninguna emergencia.– ¡Sí la hay! ¡He sufrido un robo!– Llame a la policía de a bordo.– ¡A qué espera!
– ¿Me he perdido la fiesta? ¿Lo ha visto?– No, dicen que hemos rozado con un iceberg, hay hielo por todas partes…
– El compartimento de correos está anegado y las salas de calderas cinco y seis. La bodega de proa está inundada.– ¿Pueden reforzarla?– No hasta que las bombas se pongan en marcha.– Bombéen el compartimento de correos.– Imposible, está completamente inundado.
– Parece grave.– Avisemos a mi madre y a Cal.
– Unos dibujos muy buenos, señor.– No toque eso. Fotografíenlo todo.
– Sigue sujetándome.
– La estaba buscando, señorita.– Bien, pues aquí estamos.
– Parece que ocurre algo grave.– Sí, es cierto.
– Veamos, dos cosas me han desaparecido esta noche. Ahora que una de ellas ha vuelto, sé dónde encontrar la otra. ¡Cachéele!– Quítate el abrigo, muchacho.– ¿Qué les ocurre?– Obedece.
– Cal, ¿qué estás haciendo? ¡Estamos en una emergencia! ¿Qué ocurre?– ¿Es éste, señor?– Sí, lo es.– ¡Yo no lo he cogido! ¡No lo creas, Rose, yo no he sido!– Claro que no.– Sí ha sido, es fácil para un profesional.
– He estado con él todo el tiempo, ¡es absurdo!– Tal vez lo hizo cuando te estabas vistiendo, querida.
– Ahora lo comprendo, Rose, ¡lo han puesto en mi bolsillo!– ¡Silencio!– Ni siquiera es tu bolsillo, es propiedad de A.L. Ryerson.– Precisamente hoy denunciaron su robo.– ¡Sólo lo tomé prestado, iba a devolverlo!– Oh, qué honradez. Es increíble, ¿verdad?
– Sabes muy bien que yo no lo he hecho, Rose, ¡lo sabes! No les creas, Rose, yo no he sido, no he hecho nada, ¡te lo aseguro! ¡Rose, sabes que yo no he sido, Rose! ¡Rose!
– ¡Sabes que no he sido yo! ¡Me conoces!
– Un contratiempo desafortunado, capitán…– El agua alcanzará varios metros por encima de la quilla en diez minutos. Las tres primeras bodegas y las salas de calderas seis y cinco están inundadas.
– ¿Cuándo podremos continuar la navegación?– Cinco compartimentos… Podría mantenerse a flote con los cuatro primeros anegados, pero no con cinco. ¡No con cinco! Cuando se hunda de proa, el agua pasará por encima de los mamparos de la cubierta E, pasará de uno a otro, inundando todos sin remisión. Es imparable.– ¿Y las bombas? Si abrimos las compuertas…– Las bombas nos darán tiempo, pero sólo minutos. A partir de este momento, hagamos lo que hagamos, el Titanic se irá a pique.– ¡Pero este buque no puede hundirse!– Está hecho de hierro, señor, le aseguro que sí puede. Y lo hará. Es una certeza matemática.
– ¿Cuánto tiempo tenemos?– Una hora…, dos como mucho.
– ¿Cuántos vamos a bordo, señor Murdoch?– 2.200 personas entre pasaje y tripulación.– Creo que sí conseguirá sus titulares, señor Ismay.
– Eres una maldita golfa. ¡Mírame cuando te hablo!
– ¿Señor Hockley?– ¡Déjenos, estamos ocupados!– Señor, me han ordenado que les diga que se pongan los chalecos salvavidas y que suban a la cubierta…– Le he dicho que se vaya…– Lamento las molestias, señor Hockley, pero son órdenes del capitán. Y ahora, por favor, vístanse con ropa de abrigo, la noche está muy fría. Les sugiero por tanto que se pongan abrigos y sombreros.– Esto es ridículo…– No se preocupen, sólo son medidas de precaución.
– ¡Todos en pie! ¡Pónganse los salvavidas!
– ¿»S.O.S.», señor?– Así es, «S.O.S.», la nueva llamada de socorro. Nuestra posición. Dígales a quienes respondan que nos vamos a pique por la proa y que necesitamos ayuda inmediata.– Dios mío…
– ¡No tenemos tiempo, suéltenlo rápido!
– ¡Señor Wright, señor Wright! ¿Dónde están los pasajeros?– ¡Han vuelto al interior! ¡Hace demasiado frío aquí fuera!
– ¿Le apetece una copa, señor?
– ¡Eh, hijo! ¿Qué ocurre? Han hecho que nos vistamos y ahora nos tienen aquí esperando.– Lo siento, señora, iré a averiguarlo…– Tengo la impresión de que nadie sabe lo que está ocurriendo.
– ¡Malditos ingleses, todo lo siguen a rajatabla!– No hace falta usar palabrotas, señor Hockley.
– Regresen a nuestros camarotes y enciendan las estufas. Me apetecerá tomar una taza de te cuando vuelva.– Sí señora.
– Señor Andrews. He visto el iceberg y lo veo en sus ojos. Por favor, dígame la verdad.– El barco se hunde.– ¿Es cierto?– Sí. Dentro de una hora… o menos, todo esto yacerá en el fondo del Atlántico. Díganselo sólo a quien crean necesario. No quiero ser responsible de que cunda el pánico. Suban a un bote, rápido, no esperen. Supongo que recuerda lo que le dije de los botes…– Sí, entiendo.
– Dame las manos.– Señor, le necesitamos urgentemente en cubierta, hay mucho alboroto.– Vaya, yo le vigilaré.
– ¡Capitán! ¡El Carpathia se dirige hacia aquí a toda máquina! Están a unas 80 millas.– ¿Son los únicos que han respondido?– Son los que están más cerca, señor. Dicen que llegarán aquí en cuatro horas.– ¿Cuatro horas? Gracias, Bride… Dios mío…
– Señor, listos para arriar los botes. ¿No deberíamos subir primero a las mujeres y los niños en los botes, señor?– Sí… Las mujeres y los niños primero, sí…
– ¡Señoras y señores! ¡Presten atención, por favor! ¡Acérquense, por favor! ¡Eso es! ¡Acérquense a mí! Gracias… Bien, por el momento sólo embarcarán las mujeres y los niños.
– Bien, señores, como ha dicho el capitán, música alegre para que no cunda el pánico. Baile nupcial.
– ¡Póngase el salvavidas! ¡Tenga, póngaselo, rápido! ¡Pónganse el salvavidas! ¡Así no, dele la vuelta!
– ¡No es el momento de subir a los botes! ¡Por favor, mantengan la calma! ¡Estén preparados y lleven todos puesto el chaleco salvavidas! Y por favor, permitan que pasen las mujeres y los niños primero.
– ¿Qué hacemos, mamá?– Esperamos, cariño. Cuando embarquen los de primera clase a los botes, embarcaremos nosotros. Y deberemos estar preparados…
– ¡No gaste energías, amigo! ¡No abriré hasta que me lo ordenen!
– ¡Bájenlo ahora! ¡Proa y popa a la vez! ¡Cuidado con el cabrestante!
– ¡Despacio, despacio! ¡Sólo el lado derecho! ¡Retengan el lado izquierdo! ¡Ahora los dos a la vez! ¡Con cuidado!
– ¿Sabes? Creo que es cierto que el barco se hundirá. Verás, chico, me han pedido que te dé una pequeña muestra de agradecimiento… Con los saludos del señor Caledon Hockley.
– ¿Hay sitio en el bote para un caballero y su familia, oficial?– Sólo las mujeres de momento, señor.
– Supongo que se ocuparán los botes según las clases. Espero que no vayan demasiado llenos…– Madre…, ¡quieres callarte! ¿Es que no lo entiendes? ¡El agua está helada y no hay bastantes botes ni para la mitad! Mucha de la gente de este barco morirá.– No seremos nosotros.
– ¡Vamos, Ruth, suba al bote! Los asientos de primera clase son estos.
– Es una pena que hayas dejado el dibujo… Valdrá más por la mañana.– Eres un miserable bastardo…
– ¡Vamos, Rose, embarca! Aquí hay sitio para ti. ¡Vamos, Rose, eres la siguiente!– Sube al bote, Rose.– Sube.
– ¡Rose! ¿Quieres subir al bote?– Adios, madre.– ¡Rose! ¡Rose!
– ¡A dónde vas! ¿Con él? ¡Serás la fulana de una rata de cloaca!– Prefiero ser su fulana, que tu esposa.– ¡No! ¡He dicho que no!
– ¡Rose! ¡No, esperen! ¡Rose!
– ¡Ayuda! ¿Puede oírme alguien? ¡Por favor, ayúdenme!
– ¡Señor Andrews!
– Camarero, compruebe los camarotes de estribor. Señora, por favor, póngase un salvavidas y vaya a cubierta enseguida. Lucy, por Dios, ponte tu salvavidas y da ejemplo.
– ¡Señor Andrews! ¡Gracias a Dios!– ¿A dónde llevaría el policía de a bordo a un detenido?– ¿Cómo? Tienes que subir a un bote inmediatamente.– ¡No! Lo buscaré con su ayuda o sin ella, señor, pero sin ella tardaré más.– Toma el ascensor hasta llegar a tercera clase, luego ve a la izquierda, por el pasillo de la tripulación. Gira a la derecha y otra vez a la izquierda hasta llegar a unas escaleras y llegarás a un pasillo.
– Esto puede ser el final…
– ¡Oh, no! ¡Maldita sea!
– Lo siento, señorita, los ascensores están cerrados.– ¡Ya estoy harta de ser educada, maldita sea! ¡Lléveme abajo! ¡Cubierta E!
– ¡Subamos!– ¡No! ¡No! ¡No!– ¡Señorita, por favor! ¡Vuelva! ¡Voy a subir! ¡Voy a subir!
– A la izquierda… por el pasillo de la tripulación.
– ¡Jack!
– ¡Rose, estoy aquí dentro!
– ¡Jack, lo siento! ¡Lo siento mucho, cariño!– Lovejoy me lo puso en el bolsillo.– ¡Lo sé, lo sé, lo sé!
– Escucha, Rose, tendrás que encontrar una llave de repuesto, ¿de acuerdo? ¡Mira en ese armario de allí! ¡Es pequeña y plateada!– ¡Todas son de latón!
– ¡En los cajones, Rose!
– Rose, ¿cómo averiguaste que no lo había hecho?– No lo hice, de repente me di cuenta de que lo sabía.
– ¡Sigue buscando!
– ¡No la encuentro! ¡No hay llave!– Está bien, Rose, escucha. Tendrás que ir en busca de ayuda. ¡Todo saldrá bien!– ¡Enseguida vuelvo!
– ¡Te esperaré aquí!
– ¿Hay alguien aquí abajo? ¡Necesitamos ayuda! ¡Que alguien me ayude, por favor!
– ¡Oh, gracias a Dios! ¡Espere, necesito su ayuda, hay un hombre encadenado allí… espere!
– ¡Socorro!
– ¡Vamos señorita, no debería estar aquí, venga conmigo, la llevaré arriba!– ¡Hay un hombre abajo que está atrapado! ¡Por favor!– ¡No se deje dominar por el pánico!– ¡Déjeme, ese no es el camino!– ¡No se resista, venga conmigo!– ¡Suélteme!– Váyase al diablo.
– Dios mío…
– ¿Servirá esto?– Lo averiguaremos. ¡Vamos!
– ¡Eh, eh, espera, espera! ¡Practica antes en ese armario!– Muy bien…
– ¡Bien! ¡Ahora intenta dar en la misma marca, hazlo!
– Bien…, basta de prácticas. Vamos, Rose, puedes hacerlo. Escucha…, da un golpe seco y muy rápido.
– ¡Espera! ¡Empúñalo un poco más arriba!– ¿Así?– Eso es.
– Escucha, Rose, confío en ti.
– ¡Ahora!
– ¡Lo has conseguido! ¡Vámonos, rápido!
– ¡Oh, mierda! ¡Qué fría está! ¡Joder, joder, joder!
– La salida era por allí…– ¡Hay que encontrar otro camino! ¡Ven!
– Esto es algo que no se ve todos los días…
– ¡Vamos, señora, mantenga la calma! ¡Déjele, ya vendrá! ¡Vamos, suba al bote, señora!
– Tampoco está en la cubierta de estribor.– Se nos acaba el tiempo, ese maldito oficial no deja subir a ningún hombre.– A estribor hay uno que deja subir a todos.– Entonces, ¿a qué esperamos? Pero necesitaremos un seguro, venga…
– ¡Qué hacen! ¿Se han vuelto locos? ¡Tendrán que pagar los desperfectos! ¡Es propiedad de la compañía White Star!– ¡Cállese!
– No bajen el bote, tengo que volver a mi cabina.– ¡Oh, no! ¡Siéntese!
– ¡Señor Lightoller! ¿Por qué están arriando los botes medio llenos?– ¡Ahora no, señor Andrews!– ¡Mire allí, sólo veinte personas, cuando puede llevar sesenta y cinco! ¡Y he visto un bote con sólo doce! ¡Doce!– Bueno, no estábamos seguros del peso, señor Andrews, ¡estos botes podrían volcar!– ¡Tonterías! ¡Fueron probados en Belfast con el peso de setenta hombres! ¡Vamos, llene los botes, señor Lightoller, por el amor de Dios!– ¡Está bien! ¡Pueden subir más mujeres y niños!
– ¡Atrás! ¡Atrás! ¡Aquí no se puede salir!– ¡No pueden encerrarnos aquí como a animales, el barco se está hundiendo!– ¡Sólo las mujeres podrán salir! ¡Abre la verja! ¡Sólo las mujeres!
– ¡Vamos, cierren la verja! ¡No se acerquen a la verja! ¡No se acerquen! ¡Vamos, vuelvan atrás!
– ¡Por el amor de Dios, hay mujeres y niños aquí abajo! ¡Déjennos salir para que tengamos una oportunidad!
– ¡Jack!– ¡Tommy! ¿Se puede salir?– ¡Por aquí es imposible!– Si queremos salir, tenemos que hacerlo deprisa.
– ¡Jack!– ¡Fabrizio!– ¡Ya no quedan botes!– ¡Esta parte se está inundando, tenemos que salir de aquí!
– Yo creo mi propia suerte…– Yo también…
– Vuelvan al hueco de la escalera principal, así todo se solucionará.– Abra la reja. ¡Abra la reja ahora mismo!– ¡Vuelvan por la escalera principal como ya le he dicho!– ¡Maldita sea, hijo de puta!– ¿Se ha vuelto loco?
– ¡Frabrizio, Tommy, ayudadme!– ¡Suelten eso!– ¡Uno! ¡Dos!…– ¡No lo hagan!– ¡Tres!
– ¡No pueden hacer esto! ¡No pueden hacerlo!
– ¡Atrás! ¡Les aseguro que les dispararé a todos como a perros! ¡Vamos, obedezcan! Mantengan el orden, he dicho.
– ¡Señor Lowe, ocúpese del bote!
– Bien, ¿están preparados para arriar? ¡Que no cunda el pánico!
– ¡Hemos llegado tarde!– No, hay más botes en la parte de proa. Soborne a ese oficial, Murdoch, parece que es bastante asequible.
– ¡Atrás, todos! ¡Apártense del bote! ¡Todos atrás!
– Empieza a derrumbarse todo, no nos queda tiempo.
– ¡Señor Murdoch!– Señor Hockley…– Soy un hombre de negocios y quiero hacerle una proposición.
– ¡Ya no quedan botes!
– ¡Coronel! ¿Quedan botes a estribor?– No, señorita, pero sí quedan dos botes en la parte de proa. Vayan, podrán salvarse.
– ¿De qué sirve? De todos modos nadie nos escucha…– Tampoco nos escuchan durante la cena… Toquemos, nos mantendrá calientes.– Orfeo.
– Música para ahogarse… Ahora sé que estoy en primera clase.
– Llegamos a un acuerdo, señor Murdoch, ¿mmm?
– ¡Apártense! ¡Apártense, he dicho!
– ¡Mujeres y niños, solamente! Pase, señora, por aquí, suba.
– ¡Tommy, comprueba el otro lado, rápido!
– La he encontrado, al otro lado. Espera a un bote…, con él.
– ¡Están todos a bordo, señor Murdoch!– ¿Alguien más para embarcar? ¿Alguien más?
– ¡Al infierno!
– ¡Ahora!
– ¡Señor! ¡Señor, no puede pasar!
– Eso es… Estupendo.
– ¡Preparados para la maniobra! ¡Pueden bajarlo! Manténganlo firme, los dos lados a la vez…
– ¡Papá! ¡Papá!– ¡Tranquila, hija, todo irá bien! ¡No os preocupéis!– ¡Papá, sube aquí!– Pronto me reuniré con vosotras. ¡Será por poco tiempo! ¡Habrá otro bote para los papás, este bote es para las mamás y los niños! Tú coge a mamá de la mano y sé buena chica.
– No me iré sin ti.– No, tienes que irte. ¡Ahora!– No, Jack.– Sube al bote, Rose.
– Sí, sube al bote, Rose. ¡Dios mío, qué aspecto tienes! ¡Estás demacrada! ¡Quítate eso…, y ponte esto, vamos!
– Embarca, yo iré en el siguiente.– No, no me iré sin ti.– Estaré bien, tranquila, no te preocupes. Soy un superviviente, ¿recuerdas? No te preocupes por mí. Vamos, sube al bote.
– Tengo un acuerdo con un oficial al otro lado del barco. Podremos salvarnos… los dos.– ¿Lo ves? Tengo mi propio bote. ¡Embarca!– ¡Deprisa! Ya están casi llenos…
– ¡Suba a bordo, señorita! Suba a bordo, por favor… ¡Háganle un hueco! ¡Despejen la barandilla! ¡Bien, bájenlo!
– Mientes muy bien.– Casi tanto como tú. No hay… ningún acuerdo, ¿verdad?– Sí lo hay, aunque tú no te beneficiarás de él. Siempre gano, Jack. De un modo u otro.
– ¡Ayúdenla!– ¡Rose! ¿Qué haces?– ¿Se ha vuelto loca? ¡Se va a matar!
– ¡Qué estúpida eres! ¿Por qué lo has hecho, eh? ¡Qué estúpida eres, Rose! ¿Por qué lo has hecho? ¿Por qué?– Si saltas tú, salto yo, ¿no?– Sí…– Oh, Dios, no podía irme… No podía irme, Jack…
– ¡Al suelo, Rose, al suelo! ¡Corre, corre!
– ¡Corre! ¡Corre!
– ¡Espero que disfruteis de vuestro tiempo juntos!
– ¿Qué le hace tanta gracia?– Puse el diamante… en el abrigo. ¡Y he puesto el abrigo sobre ella!
– No podemos dejarle…
– ¡No es por ahí! ¡Vuelva aquí! ¡La puerta va a reventar!
– ¡Socorro! ¡Socorro! ¡Señor, abra la reja, por favor!– ¡Por favor, señor, ayúdenos! ¡Por favor!– Maldita sea…
– ¡Lo siento, se me han caído las llaves!– ¡Por favor, espere! ¡No se vaya, por favor!
– ¡Ya lo tengo! ¿Cuál es?– ¡Creo que la corta! ¡Intenta con la corta! ¡Date prisa, Jack!– ¡No es esta!– ¡Date prisa, Jack!– ¡Es esta! ¡Parece que es esta! ¡Ábrete, ábrete! ¡Ya está!
– ¡Maldita sea, enchanchen esos cabos! ¡Dense prisa, tenemos que arriar este bote!
– ¿Quiere darnos la oportunidad de vivir, maldito cabrón inglés?– ¡Dispararé contra cualquiera que intente abordar el bote! ¡Atrás!– ¡Cabrón!
– ¡Teníamos un trato, maldita sea!– Su dinero no podrá salvarle a usted, ni tampoco a mí. ¡Atrás!
– ¡Tommy! ¡No! ¡No, Tommy! ¡Bastardo! ¡No, Tommy! ¿Perché ha successo? ¡Perché!
– ¡No, Will!
– ¡Tengo una hija, tengo una hija! ¡Por favor, soy cuanto tiene en el mundo!– Embarque.
– ¡Señor Andrews!– Rose…– ¿No va a intentar salvarse?– Lamento no haber construido un buque más sólido, Rose… Espera. Te deseo suerte, Rose.– Y yo a usted.
– Señor Guggenheim, son para usted, señor Guggenheim.– No, gracias. Estamos vestidos de etiqueta y nos hundiremos como caballeros. ¡Pero desearíamos un coñac!
– Capitán, capitán… ¿a dónde debo ir? Por favor…
– ¡Capitán! ¡Capitán! Tenga, señor.
– Bien…, llegó el final.– Adiós, Wallace, buena suerte.– Que Dios nos ayude.
– … y aquellos niños vivieron felices para siempre en la tierra de Pier Nanoak, la tierra de la juventud y de la belleza eterna…
– ¡No hay tiempo! ¡No hay tiempo! ¡Corten los cabos! ¡Córtenlos si es necesario!– ¡Necesito un cuchillo! ¡Necesito un cuchillo!
– ¡Corten los malditos cabos!
– Caballeros, ha sido un honor tocar con ustedes esta noche.
– ¡Cuanto más tiempo nos quedemos sobre el barco, mejor!
– ¡Cuidado, Rose! ¡Salta!
– ¡Levántese o la aplastarán!
– ¡No suban! ¡Nos hundiremos!
– ¡Vamos, Rose, sigue!
– … y aunque camine por el valle de las sombras, no pereceré…– ¡Eh! ¿Podría ir un poco más deprisa por ese valle?
– … por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, amén. Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo…
– … y ví un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron y ya no había mal…
– Pronto se acabará…, pronto se acabará…
– ¡Yo la ayudaré, no se preocupe!
– … el propio Dios estará con ellos y será su Dios…
– Jack…, aquí fue donde nos conocimos.
– …y ya no habrá muerte, ni tampoco habrá pesar, ni llanto, ni tampoco habrá más dolor, pues el mundo anterior habrá pasado…
– ¡Maldita sea, remen, remen con fuerza!
– ¡Cógete fuerte, Rose!
– Santo Dios…
– ¡Rapido, muchachos, sujetad los inyectores!
– ¡Sujétate fuerte! ¡Dame la mano, te ayudaré a pasar!– ¡No puedo!– ¡Dame la mano, dámela! ¡Ya te tengo! ¡No te soltaré! ¡Tranquila, te tengo!
– ¿Qué va a pasar, Jack?– ¡No lo sé!
– ¡Aguanta! ¡Resiste, Rose!
– ¡Esto se acaba!
– ¡Dios mío, Jack! ¡Dios!– ¡Sujétate!
– ¡El barco nos succionará hacia el fondo! ¡Respira hondo cuando te avise! ¡Patalea hasta la superficie y no pares de hacerlo! ¡No te sueltes de mi mano! ¡Lo conseguiremos, Rose, confía en mí!– ¡Confío en ti!– ¿Preparada? ¿Preparada? ¡Ahora!
– ¡Jack! ¡Jack! ¡Jack!
– ¡Rose! ¡Suéltela! ¡Suéltela!
– ¡Rose! ¡Tienes que nadar! ¡Sigue nadando!– ¡Está muy fría!– ¡Nada, Rose! ¡Vamos, ven, ven! ¡Sigue nadando!
– ¡Sube aquí! ¡Vamos, sube!
– ¡Quédate ahí, quédate ahí, Rose!– Sí, Jack, sí, Jack…
– Ahora todo irá bien, todo irá bien…
– ¡Llamen… a los botes!
– Los botes vuelven a por nosotros… Aguanta un poco más. Tuvieron que alejarse por la succión, pero… seguro que ahora volverán.
– ¡Sálvennos!
– ¿No lo entiende? Si volvemos hundirán el bote. ¡Nos harán zozobrar, eso es lo que ocurrirá!– ¿Quiere callarse? Acabará asustándome. ¡Vamos chicas, agarrad los remos, vamos!– ¿Ha perdido la cabeza? ¡Estamos en medio del Atlántico norte! Ustedes deciden: ¿quieren vivir o por el contrario morir?– Os aseguro que no os comprendo. ¡Qué demonios os pasa! ¡Son vuestros hombres los que están allí! ¡Aquí aún hay sitio para más!– ¡Y habrá una menos en este bote si no cierra ese maldito agujero que tiene en la cara!
– ¡Ahora entren los remos! ¡Ataremos un bote al otro! ¡Asegúrense de que los atan a conciencia! ¡Señores, ahora escúchenme bien! ¡Tenemos que volver! ¡Trasladaremos las mujeres de este bote al otro! ¡Háganlo rápido! ¡Júntense en las zonas de proa y popa para comprobar el número de personas que podemos salvar!
– Cada vez hay más silencio…– Quizás tarden… un par de minutos… en organizar los botes… No sé tú, pero yo… pienso escribir una carta quejándome a la línea White Star sobre todo esto…
– Te quiero, Jack…– No hagas eso… No te despidas de mí… Aún no… ¿me has entendido?– Tengo mucho frío…– Escucha, Rose, vas a salir de esta… Seguirás adelante, vas a tener muchos bebés y les verás crecer… Morirás siendo una viejecita adorable calentita en tu cama…, no aquí…, no esta noche…, no de este modo… ¿Me has entendido?– No siento mi cuerpo…– Ganar el pasaje, Rose, es lo mejor que me ha ocurrido jamás. Me ha llevado a ti. Estoy agradecido a eso, Rose, muy agradecido. Debes hacerme ese honor…, debes prometerme… que sobrevivirás, que no te rendirás no importa qué ocurra, no importa lo desesperada que estés. Prométemelo ahora, Rose, y no rompas nunca esa promesa.– Lo prometo.– No te rindas jamás…– No me rendiré jamás, Jack…, no me rendiré.
– ¡Cuidado con los remos! ¿Me oye alguien? ¿Veis si alguien se muere?– No señor…, parece que no hay supervivientes…– ¡Comprobémoslo! ¡Mantened los remos en alto! Tenemos que asegurarnos…
– Están todos muertos, señor…– Seguid bogando… Tened cuidado. Cuidado con los remos, no les golpee.
– ¿Hay alguien que pueda oírme? ¿Me oye alguien? ¿Hay alguien vivo en el agua?
– Hemos esperado demasiado… Seguiremos comprobándolo, ¡seguid mirando!
– ¿Hay alguien que esté aún vivo? ¿Puede oírme alguien?
– Ven, Josephine, asciende conmigo… Vuela, vuela alto…, muy alto…
– Jack…, es un bote, ¡Jack!
– Vuelvan…, vuelvan…, ¡vuelvan!
– ¡Hooooolaaaaaa! ¿Alguien puede oírme?– No hay nadie vivo, señor.
– Nunca me rendiré, te lo prometo.
– Mil quinientas personas perecieron en el mar cuando el Titanic se hundió bajo nuestros pies. Hubo veinte botes con supervivientes… y sólo uno regresó para ayudar… Uno. Seis personas pudieron ser recuperadas con vida del mar, incluyéndome a mí. Seis… de mil quinientos.
– Después las setecientas personas de los botes tuvieron que resignarse a esperar… Esperar a morir, esperar a vivir. Esperar una absolución que nunca llegaría.
– Señor, aquí no encontrará a ninguno de primera clase, son todos de tercera.
– ¡…castaño rojizo! ¡Con una gran barba blanca! ¡Subió a uno de los últimos botes! ¡Tal vez esté en otro bote! ¡Tiene que estar en alguna parte!– No hay otra lista… Hacemos lo que podemos…
– Esa fue la última vez que le vi. Se casó, naturalmente, y heredó sus millones, pero el crack del 29 afectó sus negocios y ese año se puso una pistola en la boca o, al menos, eso leí.
– ¿Me dice su nombre, por favor?– Dawson…, Rose Dawson.– Gracias.
– No hemos encontrado nada sobre Jack, no está registrado en ninguna parte.– Supongo que no lo estaría. Además, nunca he hablado de él hasta ahora. Absolutamente con nadie, ni siquiera con tu abuelo. El corazón de una mujer es un profundo océano de secretos. Pero ahora saben que existió un hombre llamado Jack Dawson y que él me salvó…, en todos los sentidos en que puede salvarse una persona… Ni siquiera tengo un retrato de él. Ahora sólo existe en mi recuerdo.
– Atención, Keldysh, Mir 2 regresando a la superficie…
– Reservaba este puro para cuando encontrara el diamante…– Lo siento…– Durante tres años no he pensado en otra cosa que en el Titanic, no imaginaba lo que era… Ahora sí lo sé.
— FIN —
Wow, ¿en serio vas a publicar todas las frases de la película? ¡Qué genial! Una de mis favoritas desde siempre. Me acuerdo que me lo contaste en nuestro primer encuentro, que era tu peli favorita.
Viendo las escenas del principio, me pone muy triste la muerte de Bill Paxton, que siempre recuerdo en este papel y el papel de „Mi gran amigo Joe“, una de mis películas preferidas de la infancia!
Gracias por compartirlo
¡Hola Lisa! Sí, ya me acuerdo de aquel primer encuentro y que «Titanic» salió en la conversación. La verdad es que es una de mis películas preferidas y que esa historia, aun antes de que James Cameron rodara la película, siempre me cautivó desde que era niño.
La idea es publicar absolutamente todas las frases de la película junto con las imágenes de cada escena, para poder recorrer los 187 minutos de metraje. Es un trabajo enorme, pero los 20 años que cumple la película merece el esfuerzo.
Espero que te guste.
¡Gracias por comentar cada entrada!