Grandes películas: «E.T. El extraterrestre»

ET Poster

Sí, creo que esta es mi película favorita, o por lo menos está dentro de mis cinco favoritas. «E.T.» condensa para mí toda una época y da igual las veces que la vea, que siempre la disfruto como la primera vez. Hoy, por fin, en «Descartes no fue al cine» el turno es para «E.T. el Extraterrestre«…

A estas alturas, decir que Steven Spielberg me vuelve loco no es dar ninguna exclusiva, pero es así. No sé cómo se las apaña, pero sus películas consiguen tocarme la fibra, y eso que con el paso de los años ese «toque» creo que ha ido descendiendo poco a poco. El cine de su primera época (desde «Duel» hasta «Salvar al Soldado Ryan» más o menos) me parece que transmite mucha más emoción, más magia, más espectáculo y resulta ser mucho más auténtica que la siguiente etapa, que probablemente pasa a ser más comprometida, pero -para mí- no tan interesante.

E.T. - collage Spielberg

A esa primera época pertenece la película de esta semana, «E.T. el extraterrestre«. Como me imagino que os pasó a muchos que la visteis de pequeños, mi primera impresión cuando la vi fue el auténtico terror. Ese E.T. huyendo despavorido entre la hierba y quedándose solo fue algo traumático: ¡ese ser de la altura de cualquiera de nosotros en ese momento, era separado de su familia en mitad de la noche en un lugar desconocido! ¿Quién con 10 años no estaría aterrorizado?

E.T. escena inicial

Lo que más me llamaba la atención cuando de crío veía esta película era que el protagonista era alguien de mi edad. Elliott era un chico normal que hacía cosas normales: jugaba con sus hermanos, comía M&M’s (yo comía «Conguitos«, pero para el caso, era lo mismo), iba en bicicleta de un lado a otro… Pero en esa normalidad le sucedía algo fantástico: conocía y se hacía amigo de un ser de otro planeta. Que lo ordinario y lo sensacional se unieran así era lo que muchos queríamos a esa edad: vivir aventuras, compartir secretos, hacer descubrimientos…

«-E.T…., teléfono…, mi casa…»

A propósito de los M&M’s, ¿sabéis qué? Que no eran M&M’s. Cuando se estaba preparando la película, la productora Amblin se puso en contacto con esa compañía para saber si querrían que sus chocolatinas apareciesen en una escena en la que Elliott atrae a E.T. al interior de la casa. M&M’s decidió declinar la propuesta, aludiendo que (según se rumorea) nadie querría ver una película de un extraterrestre adoptado por un niño solitario. Sin comentarios.

E.T. caramelos Reeses Pieces

Así que desde Amblin se repitió la oferta a una firma mucho menos conocida, la Hershey Foods Corporation, para que sus «Reese’s Pieces» (que así se llamaban las bolitas de chocolate) fuesen el cebo de E.T. Desde Hershey Foods aceptaron y ni que decir tiene que la publicidad que tuvieron fue simplemente un éxito. Desde M&M’s me imagino que todavía se están dando cabezazos contra la pared…

«-E.T.» ¿Puedes decirlo? ¿Puedes decir «E.T.»?

Pero vamos a volver a la peli, que me pierdo. Después del miedo inicial y de conseguir que E.T. entre en casa, seguían situaciones más cómicas con Gertie, la hermana pequeña de Elliott. La seriedad con la que el chico afrontaba la visita del pequeño extraterrestre contrastaba con los gritos y las ocurrencias naturales y espontáneas de su hermana. ¿Os acordáis del pobre E.T. disfrazado de muñeco en el armario?

E.T. y Gertie

Esa ternura, esa frescura de los dos hermanos rompía con los momentos tensos de la persecución del principio y daba a la película una capa emocional que es la que nos cautivaba. Esa familia en la que el padre se había marchado de casa pero al que se le recuerda por el olor a su loción para el afeitado o esa madre que se emociona cuando se lo recuerdan… no sé, pero esa clase de detalles es lo que hace que una historia gane y en este caso da a los personajes un contexto, una profundidad que los hace creíbles.

«-A ver si va a ser un cerdo, porque come como un cerdo.»

La escena en la que Elliott y su pequeño amigo salen volando con la bicicleta es de las que no se olvidan. Con la música de John Williams sonando de fondo, ese momento se convierte en pura épica. No sé vosotros, pero cada vez que veo ese despegue siento ese escalofrío en la espalda, noto cómo los pelos se me ponen de punta en la nuca y lo único que quiero es que ese vuelo dure y dure. Aquí está el fragmento:

Hace un montón de años leí en una revista de cine la opinión que le merecía a un crítico esta banda sonora de John Williams. Para él, «la música de ‘E.T.’ es una de las razones por las que merece la pena seguir viviendo«. Yo no sé si sería tan categórico, pero ese tema es una auténtica maravilla.

En la universidad, y aunque no tuviese nada que ver con mis estudios de Derecho, me apunté a una asignatura de «Historia del cine». Los contratos de arrendamiento, los divorcios o los juicios por hurto pueden tener su interés (que lo tienen), pero si los pones al lado del análisis de una película, os aseguro que no hay color…

E.T. y los niños

Pues en esa asignatura me tocó hacer un trabajo sobre una película que fuese especial para mí y yo escogí ésta de «E.T. el Extraterrestre«. En ese momento tuve que buscar mucha información y rastrear artículos que hablasen sobre la cinta. Aunque no recuerdo exactamente la fuente, se me quedó grabada en la cabeza una interpretación que se le dio a la película y que, cuanto menos, era curiosa.

Para el autor de esa reseña, «E.T.» era una versión fantástica de la vida de Jesucristo: ambas historias recogían la llegada a la humanidad de un ser cuya madre «terrenal» se llamaba María (Mary, en la película), que hacía milagros (E.T. hacía volar objetos, curaba heridas, revivía flores mustias…), que moría entre los lloros de las personas que más le querían y que resucitaba al poco tiempo.

E.T. y la religión

Incluso en esa resurrección, E.T. se nos aparecía cubierto con una sábana blanca mientras su corazón desprendía una luz cálida y terminaba subiendo al cielo. Yo no sé si Spielberg (por cierto, judío) hizo este paralelismo conscientemente o si el autor del artículo se lanzó a la piscina, pero lo que queda claro es que una explicación así no deja de llamar la atención.

«-Estaré aquí mismo.»

Relacionado con el tema de la muerte, muchas veces he oído que la muerte de la madre de Bambi era un momento traumático para cualquier niño. En mi caso no fue así: fue con la secuencia de la muerte de E.T. En ella me resultaba todo horroroso y el hecho de que todos los científicos que pululaban por la casa de Elliott llevaran esos trajes de astronauta sin que les viésemos la cara, hacía todo todavía más inquietante.

Y el ver convertida tu casa en un laboratorio lleno de plásticos y chismes electrónicos (y las agujas o bisturíes que seguro que habría) simplemente me llenaba de terror. Además ninguno de esos científicos impersonales dejaba que Elliott acompañara a E.T. y eso me provocaba rabia e impotencia: ¡los adultos no tenían corazón!

Muerte de E.T.

«-¡Él vino a mí, él vino a mí!»

Menos mal que a ese mal trago le sigue la resurrección de la que os hablaba más arriba… ¿Qué me decís del momento en que Elliott se da cuenta de que su amigo sigue vivo? ¡Subidón! La ilusión que el pequeño Henry Thomas pone en su personaje es increíble. Yo no sé cómo funcionará esto de ser actor, si como se suele decir «uno nace o se hace«, pero que un niño de 10 años, sea capaz de emocionarse y emocionarnos de esa manera no puede ser habitual.

E.T. está vivo

Sobre este tema encontré por internet un vídeo de la prueba de casting que Steven Spielberg hizo a este chaval. Os lo pongo a continuación para que veáis lo impresionante de ese instante. El director,  para ver cómo reacciona ante la noticia, le pide al niño que se imagine que un hombre de la NASA tiene que llevarse a E.T. El propio Spielberg queda convencido y termina el vídeo con un «Vale, chaval, el papel es tuyo«, fijaos:

En fin, que como siempre que me pongo a hablar de películas, me enrollo. Quedaos con la cantidad de emociones que nos trae esta película y la delicadeza con la que Spielberg retrata a los jóvenes protagonistas.

Como ya os dije en la entrada de «Los Goonies», una peli de chavales en bici es sinónimo de aventura, pero la película de esta semana es más que eso: «E.T.» es sorpresa, es magia, es miedo y risa, épica y nostalgia, una de las películas más completas que hacen que siga teniendo en un pedestal a su director, mi adorado Steven Spielberg.


«E.T. el extraterrestre» («E.T. the Extra-Terrestrial«, Steven Spielberg, 1982)


 

3 Respuestas

  1. Salma dice:

    Para mí E.T. fue alucinante, quién iba pensar que los extraterrestres eran tan monos como este 🙂
    Ahora hacen películas de mucha tontería, las de antes eran mucho más sencillas pero a la vez con más sentimientos, bueno después de mi tochillo sobre el antes, el después y E.T. te dejo un voto en bloguers 😉

  2. Descartes dice:

    Completamente de acuerdo contigo, Salma. Supongo que forman parte de lo que gustaba en aquel momento. De hecho, películas de esos años parecen cortadas por un patrón parecido, que da la casualidad que es el que me gusta a mí 🙂 Muchas gracias por el comentario y el voto 😉 ¡Saludos!